La obsesión porque las máquinas imiten la realidad que les rodea viene de mucho más atrás de la explosión tecnológica de finales del siglo XX. Si hubiese que poner un nombre en el origen de este deseo es probable que ese fuese el de Jacques de Vaucason. Este ingeniero francés, que fue incluso motivo de mofa por parte de Voltaire, dio forma a varios automátas allá por 1737 cuando firmó la autoría, entre otros ingenios, del «Pato con aparato digestivo». Está creación, compuesta por 400 piezas móviles, era capaz de batir las alas, digerir el alpiste, beber agua y defecar. Trescientos años después...
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