A Sam Altman no le salen las cuentas. No sabemos si está preocupado por ello, pero no lo parece. La empresa de la que es CEO, OpenAI, sigue marcando el paso del segmento de la inteligencia artificial, pero quizás tenga problemas para seguir haciéndolo.
El problema es el dinero. OpenAI gasta el dinero como si no hubiera mañana. La inversión multimillonaria que Microsoft hizo a principios de 2023 le permitió consolidar su dominio del mercado tras el lanzamiento de ChatGPT, pero una cosa es cierta.
Gasta (mucho) más de lo que gana.
Es al menos lo que creen los analistas que está ocurriendo ahora mismo. Según datos recientes de The Information, ChatGPT cuenta con 10 millones de suscriptores de pago, a los que se suma otro millón de planes aun más caros dirigidos a empresas.
Eso hace que los ingresos mensuales de OpenAI ronden ahora mismo los 225 millones de dólares, unos 2.700 millones de dólares anuales, según los datos filtrados a ese medio. Es mucho dinero, sí, pero no lo suficiente.
OpenAI necesita "gasolina". Y mucha
Lo demuestra el hecho de que año y medio después de aquella inversión de unos 10.000 millones de dólares por parte de Microsoft, Altman está haciendo varios movimientos para recaudar nuevos fondos.
Hace semanas que se rumorea que OpenAI planea "levantar" 6.5000 millones de dólares. Eso la convertiría en una startup absolutamente gigantesca. Ya lo es en la actualidad —se estima que su valor ronda los 85.000 millones de dólares— pero con esa ronda la valoración de OpenAI rondaría los 150.000 millones de dólares, en el rango de Disney o Inditex. Se espera que Microsoft, NVIDIA y Apple participen en la ronda de inversión.
Esa valoración, no obstante, está sujeta a condiciones. OpenAI nació como una organización sin ánimo de lucro, pero en 2018 todo empezó a cambiar y la empresa publicó una carta en la que anticipaba su intención de dejar de ser una non-profit.
El motivo: la imposibilidad de seguir afrontando los gastos que se duplicaban cada tres o cuatro meses. Pocos meses después, en marzo de 2019, Microsoft hacía su primera apuesta por OpenAI e invertía 1.000 millones de dólares en ella.Sin embargo, el cambio de estructura imponía un límite artificial: cada socio "solo" podría recuperar su inversión multiplicada por cien.
Pero la empresa quiere ir aún más allá, y como decíamos la ronda de inversión y su valoración dependerán de si el fabricante de ChatGPT puede modificar su estructura corporativa y eliminar ese tope de beneficios para los inversores. No solo eso: según Reuters, hay debate interno sobre cómo pasar a una estructura de empresa convencional "for-profit", que es la misma que tienen rivales como Anthropic o xAI.
Es algo que también indicaban en Fortune recientemente. Portavoces de OpenAI insistían en que "[la parte de negocio] sin ánimo de lucro es clave para nuestra misión y seguirá existiendo". Y sin embargo, las intenciones parecen claras porque a grandes males, grandes remedios.
El nuevo o1 es prometedor, pero no un "hacedor de dinero"
El lanzamiento de su nuevo modelo o1 —cuyo nombre en clave es 'Strawberry'— ha sido especialmente llamativo por ser una aproximación distinta a lo que hasta ahora planteaba OpenAI.
Así, con el modelo o1 la intención es equivocarse menos. En OpenAI afirman que el modelo tiene capacidad de razonamiento, pero en realidad lo que hace es revisar una y otra vez su respuesta y reconstruirla para validarla y finalmente mostrarla al usuario. Eso hace que, insistimos, teóricamente se equivoque menos aunque siga pudiendo cometer errores..
Solo los suscriptores están comenzando a tener acceso a los primeros modelos o1 disponibles (mini y preview), y las opiniones, aunque positivas, no apuntan a una verdadera revolución aquí.
Habrá sin duda nichos en los que el argumento de "más lento es mejor" será muy apropiado, pero para la mayoría de los usuarios y escenarios —que quieren respuestas rápidas, aun sabiendo que pueden ser incorrectas—, eso de esperar un ratito a la respuesta no parece que vaya a convencer de que se hagan suscriptores de ChatGPT Plus.
Esa es la razón de que o1, que no es ni mucho menos una AGI, pueda no ser suficiente para convencernos de que OpenAI puede seguir liderando este segmento. Empresas como Anthropic y su chatbot Claude 3.5 Sonnet están ganando mucha popularidad entre los usuarios, pero para OpenAI el problema real es que ellos, sin ser pequeños, no son realmente grandes.
Y precisamente ahí es donde Google, Microsoft, Meta, o Apple (veremos qué pasa con Amazon) pueden acabar volviendo a ganar la partida. Tienen muchos más recursos y mucha menos prisa. Hace tiempo que están moviendo fichas a sus propios ritmos, y lo que está claro es que sus plataformas propias de IA no paran de mejorar. Las alianzas que algunas tienen con OpenAI son necesarias, pero probablemente tengan fecha de caducidad.
Es de hecho algo que comentábamos recientemente: la IA requiere inversiones gigantescas, y ahí las Big Tech tienen toda la ventaja. Eso es una mala (malísima) noticia para las startups, que se enfrentan a barreras de entrada prohibitivas.
OpenAI es el perfecto ejemplo de la situación: a pesar de haber contado con apoyos financieros fortísimos y de seguir buscándolos, su futuro en la industria y su actual posición de dominio podrían estar comprometidos. La empresa es un sumidero de dinero —como todas sus competidoras—, y los inversores están comenzando a impacientarse porque la IA no acaba de ser la revolución que muchos esperaban a corto plazo.
Y si no lo es, ¿cuánto tiempo pasará hasta que esos inversores se cansen de darlo todo sin recibir (casi) nada a cambio?
Nadie lo sabe. Pero una cosa es segura: Sam Altman y OpenAI están tratando de que no se cansen todavía.
Imagen | Nibor con Midjourney
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