Cuando Jesse Lyu presentó en el CES de Las Vegas el Rabbit R1, el mundo de la inteligencia artificial se volvió loco. Se hizo viral en redes sociales y el dispositivo, un pequeño gadget con pantalla, cámara, micrófono, independiente del móvil y, al mismo tiempo, absolutamente dependiente de la nube y la inteligencia artificial, lo petó. Vendió 100.000 unidades. Hoy apenas un 5% de sus compradores lo usan.
El dato. De los 100.000 usuarios que compraron el Rabbit R1, cuyo precio, recordemos, era de 199 dólares, solo un 5% lo usan en el día a día. Hablamos, efectivamente, de 5.000 personas. La cifra no la da una consultora o un informe financiero. La ha dado Jesse Lyu, CEO de Rabbit, en una conferencia organizada por Fast Company.
Un lanzamiento prematuro. El Rabbit R1, uno de los primeros dispositivos de IA junto al AI Pin de Humane, fue duramente criticado en su lanzamiento. No solo era lento y carecía de varias funciones, sino que no se sabía exactamente para qué servía. Además, se descubrió que el dispositivo funcionaba sobre Android, por lo que la comunidad no tardó en extraer el APK y ejecutarlo en otros dispositivos, desde un Pixel 6 a un iPhone. Es decir, era un dispositivo que podría ser una app.
Jesse Lyu explica que la razón para lanzar el producto así de rápido era que "si eres una startup, mejor que lances pronto. Punto". Esta frase se refiere a que los grandes gigantes de la industria como Google, Apple o Samsung tienen los suficientes recursos para presionar a los emprendedores más pequeños, por lo que hay que estar dispuesto a que las cosas no salgan a pedir de boca con tal de meter cabeza en el mercado.
Verlo todo. Como suele decirse, quien golpea primero golpea dos veces y esa parece haber sido la idea con el Rabbit R1: adelantarse, sentar precedente e iterar. En cualquier caso, la realidad es que el Rabbit R1, como el AI Pin de Humane, fue duramente criticado. Al fin y al cabo, es un producto que no se sentía bien y por el que el usuario estaba pagando.
En ese sentido, Ly afirma que ve "cada [pieza de] cobertura de YouTube, veo cada publicación de mierda de Twitter. Tengo un archivo de Notion que documento por la marca de tiempo de, 'Oh, este tipo se quejó de eso, y ese tipo se quejó de esto'". Sea como fuere, estos dispositivos compiten con otros que prácticamente todos llevamos en el bolsillo y que, a todos los efectos, cumplen la misma función.
El móvil. Dispositivos como el Rabbit R1 o el AI Pin pueden ser algo redundantes. Al fin y al cabo, los móviles son capaces de ejecutar modelos de inteligencia artificial o, en su defecto, ofrecer acceso a través de Internet. Ofrecen lo que un móvil, pero sin las ventajas de un móvil.
¿En qué contexto es necesario un dispositivo que me puede pedir un Uber cuando yo tardo menos en hacerlo con la app para el móvil? ¿Necesito un dispositivo adicional para obtener indicaciones cuando me basta con sacar el móvil del bolsillo para conseguirlas? Son algunas de las preguntas que este tipo de gadgets todavía tienen que responder, y más con Google y Apple apretando como lo están haciendo. Quizá Jony Ive y OpenAI lo consigan.
Imagen | Rabbit
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