¿Qué es un robot? ¿Pueden expresar emociones o sentir empatía? ¿Cuántos robots me hacen la vida más sencilla en mi día a día? ¿Debemos tenerles miedo? Estas y otras preguntas son las que nos surgirán antes, durante y después de la visita a esta exposición. Porque 'Nosotros, robots' no es una muestra cualquiera, sino que se plantea como un espacio para el diálogo y la reflexión.
Cerca de cincuenta piezas junto a material audiovisual, maquetas e infografías se dan cita en este espacio para invitarnos a pensar no solo en los retos a los que se enfrenta la humanidad ante el desarrollo imparable de estas máquinas, sino también en las posibilidades que estas ofrecen para transformar el futuro.
Una exposición en primera persona
La exposición ‘Nosotros, Robots’, comisariada por el escritor y analista Andrés Ortega, y organizada en colaboración con Pablo Medrano (CEO de Casual Robots), puede visitarse en el Espacio Fundación Telefónica hasta el 3 de febrero de 2019 y va acompañada de actividades gratuitas sobre la robótica para todos los públicos.
Durante las visitas guiadas (que tienen lugar los miércoles y sábados), el guía (o mediador cultural, como ellos prefieren que les llamemos) propone multitud de cuestiones al público para que sean los asistentes quienes, a través de sus dudas y respuestas, definan el devenir de la visita. Además, la exposición tiene otra peculiaridad: son los propios robots los que nos hablan en primera persona (de ahí el título) para contarnos qué son y qué hacen.
Los robots surgen con el objetivo de librarnos de tareas difíciles y peligrosas, pero posiblemente superarán nuestras capacidades físicas y de procesamiento mental. 'Nosotros, Robots' gira en torno a la comprensión de ese fenómeno presente y, sobre todo, futuro que está transformando nuestras vidas sin que apenas seamos conscientes de ello.
Nuestra convivencia con estos seres artificiales, a los que inevitablemente hay que garantizar unos derechos y poner unos límites, está dando lugar a la aparición de dilemas morales. El miedo a la suplantación por su gran parecido con el ser humano, la inquietud por la reencarnación artificial, el temor a la pérdida del empleo o la responsabilidad del creador son otras cuestiones que se abordan a lo largo de una exposición que no deja indiferente a nadie.
"El futuro cambia más rápidamente de lo que pensamos"
Antes de comenzar nuestro repaso por la exposición, hemos querido hacerle unas preguntas a Andrés Ortega Klein, comisario de la exposición, que además de confesarnos que lee diariamente Xataka, reconoce que se considera "más experto en el impacto de la robótica en la sociedad que en los propios aparatos en sí".
Xataka: ¿Cómo surgió la posibilidad de exponer en el Espacio Fundación Telefónica y cómo se prepara una exposición de este calibre?
Andrés Ortega: Almudena Bermejo, directora de Acción Cultural de la Fundación Telefónica, que había leído mi libro ('La imparable marcha de los robots'), pensó en la oportunidad de hacer una exposición sobre robots en el Espacio Telefónica y me ofreció ser comisario. Con un excelente equipo, ideamos el concepto de la exposición a lo largo de unos meses, partiendo desde el principio de un enfoque humanista en torno a la relación humano-máquina (en este caso robots).
Viajé a varios lugares donde se estaban celebrando otras exposiciones sobre esta temática, pensamos en piezas que debían estar presentes y contamos con la aportación de numerosos robots de la colección de Pablo Medrano. Encargamos el diseño y redacté los textos principales para que resultara una exposición didáctica que explicara el origen de los robots, su desarrollo en la segunda mitad del Siglo XX y la explosión robótica, tanto industrial como en servicios, que estamos viviendo en estos años.
¿Qué partes de ese libro no has podido trasladar a la exposición?
Quizá por falta de espacio, en consecuencia, haya pocas referencias a los problemas que plantea el desarrollo de armas autónomas. Pero, de una manera u otra, los temas del libro están presentes en esta exposición, y muy especialmente, la relación emocional del humano con los robots, además de otros aspectos como el impacto en el empleo o la influencia en la cultura.
¿Cuáles son para ti los siguientes pasos de la robótica? De momento, tenemos a Sophia entre nosotros, pero, ¿podemos esperar en el futuro robots similares a los que hemos visto en películas como 'Inteligencia Artificial: A.I', 'Blade Runner' o 'Prometheus'?
He evitado en esta exposición, salvo en la parte cultural, entrar en la ciencia ficción. Quería que se apreciara el verdadero estadio de la robótica y sus perspectivas a medio plazo -que aporta ya enormes avances-, no especular sobre conjeturas atractivas o inquietantes. Estamos muy lejos de, por ejemplo, 'Blade Runner', incluso de la secuela, 'Blade Runner 2049'.
Estimé que no representaban el futuro de mediados del Siglo XXI que se podía entrever desde 2017, sino el que se divisaba en 1982 cuando se hizo la película original o incluso cuando en 1966 Philip K. Dick publicó la novela sobre la que se basó. No existía entonces Internet y no aparece en ese futuro. El futuro cambia más rápidamente de lo que pensamos. Viene al caso lo que dijo (o se le atribuye) Niels Bohr: “Es difícil hacer predicciones, sobre todo sobre el futuro”.
Y vamos a terminar con la pregunta que todos nos hacemos: ¿deberíamos temer a los robots?
No si los controlamos, lo que no está garantizado. A este respecto, yo creo que hay dos temores básicos que nos deben servir para intentar controlar su desarrollo y su funcionamiento. El primero es el empleo. No es que vayan a destruir más empleos de los que se van a crear. No se sabe. Pero lo que sí se está constatando -y estamos ya en ello con la ola de automatización e Inteligencia Artificial- es que los que pierdan sus trabajos como consecuencia de ello, no son los que ocuparán los nuevos tipos de trabajo que están naciendo, algunos de los cuales ni sospechamos. Hay, pues, un grave problema de transición, antes que de un nuevo futuro.
El segundo objeto de preocupación es que se estén desarrollando máquinas cuyo funcionamiento, con autoprogramación a través del machine learning, por ejemplo, podría llegar a no ser entendido por ningún humano. Es el problema de la intelegibilidad o de la transparencia. Por no hablar de ética o de otras dimensiones.
Cinco ejes temáticos
Llega el momento de hablar de la exposición propiamente dicha y, por tanto, de adentrarnos en uno de los campos más revolucionarios de nuestra época: la robótica. ‘Nosotros, Robots’ se organiza en torno a cinco ejes temáticos: el origen de los robots y sus antepasados, sus componentes y tipologías, sus usos y funciones, las emociones implícitas en su relación con los humanos, y la fascinación que ejercen desde hace siglos en el ámbito de la creación artística y literaria.
1) Antepasados
Comenzamos la visita con la primera pregunta: ¿cuándo surgen los robots? Seguramente, mucho antes de lo que piensa la mayoría, porque ya en la mitología griega encontramos a Talos, un gigante de bronce con una única vena por la que circulaba plomo líquido.
En nuestro recorrido por las fechas clave que han sentado las bases de la robótica, desde la Edad Clásica hasta el Siglo XXI, nos detenemos en un acontecimiento importante: la creación de Unimate (1961), el primer robot industrial realmente programable; fue ideado y construido por George Devol, a quien se le considera el "padre de la robótica".
Nos detenemos un rato para observar con detenimiento dos piezas clave de este primer apartado: una reconstrucción del ‘Caballero mecánico’ (1495) de Leonardo da Vinci, considerado el primer humanoide, y el autómata original de Gustave Vichy, ‘El Mago’ (1890).
2) Conócenos
El término 'Robot', tal y como lo conocemos hoy, aparece por primera vez en la obra "R.U.R", de Karel Čapek (1921), para designar a unos seres que realizaban las tareas duras y desagradables que no querían hacer los humanos. Esa definición ha ido evolucionando y, hoy en día, la acepción de 'robot' nos deja un abanico muy amplio que comprende desde las máquinas de aspecto humanoide, hasta los brazos mecánicos de la industria pasando por aparatos de uso doméstico.
Es el momento de contemplar y comprender los elementos básicos de un robot (controladores, sensores, actuadores y efectores) y para ello, nada mejor que hacerlo de la mano de ‘RH-1′, el Robot Humanoide 1 (2011) de RoboticsLab (Universidad Carlos III de Madrid), que se presenta diseccionado para ver sus componentes,
Nos planteamos entonces otra pregunta: ¿cuántas clases de robot hay? ¿Dos, tres , diez, quince...? Pues lo cierto es que hay establecidas varias tipologías, ya sea por su objetivo (robots de servicios e industriales), por su forma (animaloides y humanoides), por sus movimientos y tamaños (drones, nanorobots, terrestres conducidos, etc.). Por tanto, resulta muy difícil concretar un número exacto.
Y surge otra cuestión importante: ¿qué género tienen los robots? Aquí cobra una especial relavancia el estudio realizado por Concha Monje, de la Universidad Carlos III, que pone de manifiesto que, aunque deberíamos concebir a un robot como un ser sin identidad de género, resulta inevitable llevarlo al terreno humano y atribuirle unas características estereotipadas en función de la tarea para la que han sido creados.
Ahora nos detenemos para contemplar una de las piezas que más valor tienen para Pablo Medrano (propietario de la mayor colección de robótica de Europa y colaborador de la exposición). Se trata de ‘InMoov’ (2012) de Gaël Langevin, el primer humanoide de código abierto que puede fabricarse en casa con impresoras 3D.
3) Emociones
¿Podrán las máquinas llegar a tener sentimientos o experimentar emociones? Esta es la pregunta con la que comienza nuestra visita al tercer apartado de la exposición, donde nos enfrentamos a cuestiones como la posibilidad de sentir de un ser artificial, de expresar emociones detectables por un ser humano y de percibir las nuestras, así como de aprender de todo ello para mejorar su comportamiento.
Llegados a este punto aparece otro concepto importante: es indispensable el desarrollo de la Inteligencia Artificial aplicado a los robots para reducir los problemas de interacción entre máquinas y humanos. Sin embargo, esta exposición trata de robótica, y aunque el tema de la IA está presente y es transversal, según nos contó el propio comisario, han tratado de no entrar demasiado en la cuestión de la Inteligencia Artificial porque hay otra muestra sobre ello ahora mismo en el Espacio Fundacón Telefónica.
Continuamos nuestro recorrido por esta área temática y encontramos una selección de más de veinte cómics y juguetes (de 1940 a la actualidad), en los que no solo pueden observarse los cambios en la aceptación de los robots por parte de la sociedad, sino también las diferencias en la percepción que tenemos de ellos en Europa y en Asia.
Llega el turno ahora de adentrarnos en una vídeo-instalación con imágenes de los humanoides más sofisticados de uno de los mayores expertos mundiales en robótica, el profesor Hiroshi Ishiguro, que fue el encargado de inaugurar la exposición). Es el momento perfecto, por tanto, para reflexionar sobre la Teoría del Valle Inquietante (1970), de Masahiro Mori, que básicamente establece que si los robots tienen una apariencia demasiado similar al ser humano provocan una sensación de inquietud, temor y rechazo.
4) Imagina
Los robots han estado ligados al mundo de la ficción desde la propia aparición de ese concepto y, tanto en literatura como en cine, existe una gran cantidad de obras de ciencia ficción con los robots como protagonistas: desde las sirvientas de oro y plata del dios griego Hefesto hasta los entrañables R2-D2 y BB-8 de la saga de 'Star Wars'.
A través de varios fragmentos de películas como 'Metrópolis' (1927) o 'Ex Machina' (2015), se pueden observar los dos grandes perfiles que han coexistido siempre en la ficción: el robot bueno, simpático y servicial (como R2-D2 o C-3PO), y el robot, cíborg o androide que se subleva y es peligroso para la especia humana.
Aquí nos llaman la atención especialmente dos piezas que se llevan el mayor número de fotos de la exposición: una réplica de R2-D2, creado en 1977, y una réplica del robot T-800, protagonista de la película 'Terminator' de 1984. Justo al lado de ellos, además, es posible escuchar y ver un vídeo de una actuación de Compressorhead, una "banda" de robots que toca instrumentos eléctricos y acústicos reales. Y a juzgar por cómo suenan, no lo hacen nada mal.
5) A tu servicio
Aunque, como hemos dicho antes, el interés del ser humano por las máquinas comenzó hace muchos siglos, es ahora cuando se está produciendo la explosión real de la robótica gracias a la digitalización y a la Inteligencia Artificial.
Esto está generando una profunda transformación en todos los ámbitos y sectores como la industria, el transporte y la medicina se están llenando de unos seres artificiales que plantean nuevas oportunidades para afrontar tareas al servicio de las personas y de su bienestar. Los exoesquelos y el perrito Aibo de Sony son dos muestras muy diferentes de ello.
Precisamente ese Aibo es la pieza favorita de Pablo Medrano, tal y como él mismo nos ha confesado. Y no está solo en esta zona de la exposición, le acompañan, entre otros, Yume Maru (1983), de Taito, un curioso robot que fue utilizado en grandes superficies para interactuar con los clientes, y PackBot 510 (2007), de iRobot, el robot que utiliza el ejército, la policía y las fuerzas de rescate de EE. UU. en tareas de exploración y desactivación de bombas. Este último es, casi con total seguridad, la pieza más valiosa económicamente hablando, pues según nos cuenta Medrano, tiene un coste de 250.000 dólares.
Se trata solo de tres ejemplos, pero en el día a día, estamos rodeados de automatismos e interactuamos constantemente con la tecnología aunque no nos demos cuenta (sacando dinero de un cajero automático, cocinando en casa, etc.). Se trata, en definitiva, de hacernos la vida más fácil, pero precisamente con este objetivo hay que controlar su desarrollo.
Surgen de nuevo varias cuestiones importantes: ¿quién asume la responsabilidad de una máquina cuando esta produce algún daño? ¿Llegarán a quitarnos nuestros puestos de trabajo? ¿Podríamos perder el control sobre los robots? Precisamente para anticiparse a estos problemas fue para lo que, en 1942, Isaac Asimov enunció sus famosas tres leyes fundamentales de la robótica:
1. Un robot no hará daño a un ser humano ni, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.
Más tarde, Asimov se dio cuenta de que era necesario añadir una cuarta ley que fuese la primera de todas: "Un robot no puede hacer daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño".
En 2016, además, la comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo emitió un documento en el que proponía una serie de leyes para proteger a la humanidad y controlar el crecimiento de los robots, especialmente en lo referente a la sustitución de puestos de trabajo. Se trata, en definitiva, de legistar, de limitar, pero no de prohibir.
Del mismo modo, se está planteando la posibilidad de otorgar la "personalidad electrónica" a los robots. Porque no nos olvidemos: detrás de cada robot, hay una persona que lo ha creado y que, consciente o inconscientemente, ha plasmado sus ideas en la máquina.
Antes de finalizar la visita, Andrés, el mediador cultural que nos ha acompañado, nos despide con una última frase: "no hay que tener miedo a los robots, solo hay que estar preparados porque ya están entre nosotros". O como nos dice Medrano: "no hay que temerlos, hay que abrir los ojos y prepararnos para algo que lo va a cambiar todo".
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