Su creador, el francés Gael Langevin, ha traído su ingenio al festival de tecnologías creativas Bilbao Makers Faire. “Inmove” nació hace un par de años, mide uno ochenta, ve, te abraza, puede mecer niños y tiene los dedos tan bien articulados que sirve vasos de agua.
Hablar no habla seis millones de idiomas como C3PO, y no tiene piernas -se desplaza sobre ruedas-, pero de cintura para arriba apenas les distingue el color: uno era dorado y éste es blanco.
Robots humanoides hay muchos: lo que diferencia a “Inmove” es que es el primero que se puede modelar en casa por 800 euros. Basta una impresora 3D de 12x12x12 -pequeña, cuesta menos de mil euros-, porque la tecnología está disponible en internet.
Es la clave, como explica Gael Langevin, el llamado código abierto, que permite compartir la tecnología gratuitamente.
Para crear “Inmove”, los planos se descargan de internet y la impresora lo modela. Varios vídeos explican paso a paso cómo construir sus piezas. En el interior, para los motores y cables que mueven al robot, se utilizan las placas de tecnología Arduino, un microcontrolador también de código abierto. De hecho, el fundador de Arduino, David Caurtielles, también se va a pasar por la feria bilbaína.
“Inmove” no es sólo un capricho para tener “compañía”: desde que nació, ha servido de base para crear prótesis de mano de bajo coste, o ha sido utilizado por niños internos en un hospital de Londres para enviarle al zoo y ver a través de su cámara a los animales, mientras lo controlaban con un mando de videojuegos.
Al usar tecnología abierta, cualquiera puede replicarla, pero también innovar. Así que ya sabe, ahora que se estrena el 17 de diciembre la nueva secuela de “La guerra de las galaxias”, tiene un mes para sumarse a la fiebre galáctica y construir en casa su propio robot.
De paso, “Inmove” podrá hacerle de mayordomo y servir la cena de Nochebuena para dejar estupefacta a la familia. Al fin y al cabo, C3PO también era un androide de protocolo.
No es el único artilugio impactante que se puede admirar en la feria y que puede hacer uno mismo: hay un submarino de mil euros que hoy han sumergido en la ría de Bilbao, drones, vestidos que brillan con luces de led o impresoras 3D que hacen piezas, pero también tu propio busto, como la que ha desarrollado Fabricio Santos, de la Universidad Europea de Madrid.
“Se coge un scanner de mano -400 euros- y se lee la cara de la persona, que queda registrada digitalmente. Se tarda un minuto. Con ello, tienes en el ordenador la cara, con su color y las dimensiones. El modelo se traslada a la impresora 3D y allí se replica la cabeza”, ha explicado Santos.
Lo que tarda en modelar varía dependiendo de la dimensiones de la cabeza. En grande, como un busto tamaño real, 24 horas, pero en tamaño llavero, de tres centímetros, apenas veinte minutos. Un regalo perfecto para Navidad: la cabecita jibarizada de tu pareja. EFEfuturo
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