Tras anunciarla en noviembre de 2023, ayer OpenAI lanzaba por fin su nueva y singular tienda de aplicaciones, la GPT Store. Gracias a ella cualquier desarrollador o empresa podrá crear asistentes de IA que monetizar de forma sencilla. La idea es prometedora, pero de momento en OpenAI ya avisan de que habrá al menos un tipo de asistente que estará vetado.
Nada de novias por IA. Como indicaba el científico de datos Max Woolf en X, en el documento de OpenAI sobre las políticas de uso de sus servicios, se especifica que no se podrán distribuir a través de la GPT Store modelos que tengan como objetivo el desarrollo de una IA de compañía romántica:
"Queremos asegurarnos de que las GPT de la Tienda GPT sean apropiadas para todos los usuarios. Por ejemplo, los GPTs que contengan blasfemias en sus nombres o que representen o promuevan la violencia gráfica no están permitidos en nuestra tienda. Tampoco permitimos GPTs dedicadas a fomentar el compañía romántica o a realizar actividades reguladas".
Una decisión singular. Esta decisión contrasta con el hecho de que casi desde que se inició la revolución de ChatGPT se comenzaron a ver chatbots románticos. Hay un caso especialmente destacable aquí: Replika, una plataforma que comenzó planteando compañeros virtuales "no románticos", pero que acabó ofreciendo parejas románticas virtuales que acabaron causando una notable polémica. ¿La razón? Los usuarios acabaron enamorándose de sus chatbots.
¿Actividades reguladas? En esos vetos también se incluyen las llamadas "actividades reguladas", es decir, que no se podrán comercializar en la GPT Store chatbots que por ejemplo ofrezcan consejos financieros, diagnóstico médico o asesoramiento legal. En OpenAI quieren asegurarse de que los GPTs disponibles en la GPT Store no realizan tareas que requieren una licencia profesional o el cumplimiento de estándares legales específicos.
Mejor prevenir que curar. Las medidas podrían afectar los futuros ingresos de la GPT Store al evitar la distribución de GPTs que previsiblemente serían populares, pero también son una buena de evitar posibles efectos negativos para los usuarios y la plataforma: que un usuario acabe perdiendo dinero, deprimido o con peor salud por culpa de un chatbot abriría la puerta a un sinfín de demandas legales. Aquí OpenAI ha querido evitar males mayores, sobre todo ahora que tanto ChatGPT como sus rivales siguen "alucinando" e inventando información.
Esto solo acaba de empezar. La interfaz de la GPT Store muestra ya esos primeros chatbots personalizados, y destaca cuatro de ellos dedicados a buscar rutas por la naturaleza, a enseñar a programar, o a recomendaciones de lectura. Entre los que son tendencia hay dos que sintetizan PDFs, analizan textos científicos o crean logos.
El (viejo) problema del descubrimiento. Predominan los chatbots creados por empresas que actúan como pasarela para sus servicios, pero será interesante ver cómo resuelven el problema del descubrimiento: hay ya tres millones de GPTs personalizados, así que lograr monetizar uno de ellos dependerá en gran medida de si logra entrar en alguna de esas listas de GPTs destacados. Es un problema ya clásico en las tiendas de aplicaciones, donde la larga cola hace que un pequeño conjunto de desarrollos acaben centrando el interés de la gran mayoría de los usuarios.
Imagen | Xataka con Runway.ai
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