No es ningún secreto que China y Estados Unidos se están disputando el liderazgo global de la inteligencia artificial (IA). Sin dudas hay varias razones por las que estas superpotencias quieren ser protagonistas en el desarrollo de esta disciplina. Una de ellas, que actúa como eje central, es la economía. Según la consultora Next Move Strategy, el mercado de la IA crecerá veinte veces para 2030.
Se trata de una dinámica que, como podemos presumir, tendrá impacto en una amplia variedad de sectores. Desde la creación de contenidos hasta la salud, el transporte, la educación, las finanzas y la defensa. Llegar a tarde a la que puede ser la próxima gran revolución puede traducirse en un elevado coste a pagar. Ser pionero, por el contrario, puede brindar una ventaja competitiva fundamental.
Un desafío importantísimo por superar
El término inteligencia artificial no es nada nuevo. Sus orígenes se remontan a la década de 1950. Y, por sorprendente que parezca, lleva décadas desarrollándose. Ahora bien, el auge que estamos presenciando por estos tiempos es inédito. Nunca antes en la historia la IA se había convertido en el epicentro de una carrera de alto nivel cuyas consecuencias han empezado a exceder su campo.
Cualquiera que aspire a liderar en el mundo de la IA debe contar, al menos, con un generoso presupuesto, gran capacidad de cálculo y abundante flujo de talento. Sin estos tres componentes, cualquier esfuerzo por adelantar posiciones en la carrera de los algoritmos puede dar pocos frutos. Y aquí, precisamente, es donde China y Estados Unidos, tienen algunas dificultades.
A nivel de hardware, la administración de Joe Biden está haciendo todo lo posible para evitar que el gigante asiático pueda hacerse con las preciadas tarjetas gráficas de NVIDIA necesarias para entrenar modelos de IA, pero no es el único obstáculo al que se enfrenta Pekín. Según recoge Nikkei Asia, encara una enorme escasez de profesionales cualificados para sus ambiciones.
La falta de talento, señala el mencionado periódico, se cuenta por “millones” en medio de la creciente necesidad del país de convertirse en el faro global de la IA. A la escasez se le suma una dinámica desde hace tiempo presente en el sector tecnológico: una alta rotación de profesionales, dinámica que está ejerciendo presión sobre los equipos de capital humano y perjudicando algunos proyectos.
Desde los grupos tecnológicos chinos buscan profesionales con maestrías de unos 30 años de edad que tengan experiencia en empresas especializadas en grandes modelos de lenguaje. Estos pueden llegar a ganar entre 1 millón de yuanes (129.000 euros) y 3 millones de yuanes (386.000 euros) al año. Pero también hay otras ofertas de empleo cuyo salario promedio es más bajo.
Los ingenieros en Machine Learning para el sector de la inteligencia artificial generativa ganan en promedio unos 400.000 yuanes (51.517 euros) al año. Se trata de un salario menor que los profesionales mejor pagados del sector, pero que, debido a la necesidad de talento, las empresas han ido aumentando. Cuando los trabajadores llegan, no obstante, no tardan en irse al recibir una nueva oferta.
Desde el Ministerio de Recursos Humanos proyectan una escasez de 10 millones de trabajadores para el sector de la IA para 2025. Ahora China no solo debe encontrar la forma de obtener el hardware avanzado necesario para dar un salto en IA, sino también con seguir el suficiente talento para cumplir con sus objetivos. La gran pregunta es cómo hará el gigante asiático para abordar esta situación.
Imágenes: Google DeepMind | Alejandro Luengo
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