El hombre contra la máquina. Padre contra hijo. Cuando hemos creado dispositivos y los hemos refinado nos ha gustado competir con ellos. Demostrar quiénes somos mejores y cómo podemos mejorar esas máquinas para ser todavía más precisas. El caso más paradigmático lo encontramos en el famoso enfrentamiento entre Kasparov y Deep Blue. Aquel día la máquina nos derrotó en un juego de mesa.
¿Cuál será el próximo juego o deporte donde la máquina demuestre ser un rival imbatible? Puede que sea el ping pong, o al menos eso es lo que quiere demostrar KUKA , un fabricante de brazos robóticos que el próximo 11 de marzo pondrá a prueba su mejor atleta robótico contra un campeón mundial: Timo Boll. Conozcamos a los contendientes.
En el lado derecho de la mesa…¡Timo Boll!
Timo Boll podría ser para muchos de nosotros el típico alemán que conocemos de vista: amigo de amigos, aquel chaval de Erasmus que vino cuando estábamos estudiando la carrera… Sin embargo, los amantes del tenis de mesa sabrán que Boll es uno de los jugadores más reputados de este mundillo.
Número 1 del mundo durante muchos años, estamos ante un jugador de ping pong sobresaliente. Ha ganado multitud de campeonatos en su trayectoria profesional y aunque ahora no anda en lo más alto de la tabla mundial, es número 6 en el ranking oficial, sigue siendo un jugador muy respetado y temido.
Cuenta con las virtudes características propias de cualquier jugador de alto nivel. Sin embargo, también tiene en su contra los defectos que tienen todos los seres humanos: no es perfecto, la concentración a veces le provoca cometer errores, se pone nervioso, su musculatura se fatiga.
En resumen: aunque es un deportista profesional, es un ser humano como tú y yo. O un cacho de carne, como diría despectivamente Bender. Timo es un gran jugador y dudar de su talento como deportista resulta una ofensa pero pese a quien le pese: es una persona, no es una máquina y ese será su principal handicap a la hora de batirse con Kuka.
En el lado izquierdo de la mesa…¡KR AGILUS!
Con 52kg de peso y una capacidad de carga de 6 kilos, este pequeño robot industrial aspira a convertirse en el mejor jugador robótico de ping pong de toda la historia. Entre sus virtudes cuenta con seis ejes, una respetabilidad de <±0,03 mm y un KR C4 compact en su unidad de control. ¿Campeonatos? Cero, pero muchas horas de entrenamiento sobre su brazo.
A este robot no le va temblar el brazo a la hora de enfrentarse a Timo. Sus movimientos son precisos y carece de nervios que le hagan perder la concentración. Sólo una lesión (léase un fallo técnico) harán que el KR AGILUS de KUKA no esté a la altura de las circunstancias pero ¿es el primer robot que se ha aficionado a jugar al tenis de mesa? No, es uno más de una familia que cumple ya unos cuantos años.
En las ferias de robótica que se celebran a lo largo del mundo se han presentado miles de robots diferentes. De vez en cuando, el ping pong acapara cierto interés por dos motivos: normalmente las ferias se celebran en Asia, donde este deporte cuenta con muchísimos adeptos. No en vano la mayoría de jugadores profesionales de categoría vienen de este continente.
Por otro lado tenemos un deporte que es lo suficientemente sencillo como para programar un robot y que siga los movimientos y, en definitiva, una bola de color. Se detectan los patrones de movimiento, se perfeccionan el seguimiento y se diseñan los algoritmos para crear a un jugador robótico.
Hay muchos casos sobre robots jugando al ping pong pero de los ejemplos más modernos uno de los primeros en ganar protagonismo fue el IREX : aquel híbrido raro entre un mazas de gimnasio, Terminator y un soldado imperial de Star Wars. Era bastante avanzado para la época, y además era capaz de provocar al jugador humano con gestos. ¿Quién dijo que no pudiera ser un poco trola también?
En 2010, el Instituto Tecnológico de Nara estaba trabajando en un jugador de ping pong robótico. Hay que ser sinceros, era un poco paquete pero, según los datos, era capaz de devolver un 20% más de golpes que un jugador novato. Por algo se empieza, ¿verdad?
Un año más tarde, en China, en la universidad de Zheijiang, un grupo de ingenieros presentaron dos robots capaces de jugar al ping pong entre ellos mismos. Con una cámara que iba a 120 fotogramas por segundo, era capaz de predecir la posición de aterrizaje de la bola en su lado de la mesa con un margen de 2,5 cm.
La cosa iba mejorando: este robot era capaz de derrotar con facilidad a la mayoría de los jugadores. Sin embargo los jugadores profesionales eran capaz de batirle ya que la técnica de este robot no estaba del todo pulida. Era rápido y preciso pero no era capaz de darle efecto a la bola ni hacer cortes.
Ahora KUKA tiene la difícil labor de dejar el pabellón robótico bien alto y demostrar si la máquina también es capaz de ganarnos al ping pong como ya lo hizo en su día con el ajedrez. Si lo hace, siempre nos quedará el consuelo del fútbol. De momento. Estaremos atentos a esa partida el próximo 11 de marzo.
Más información | KUKA
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