En Xataka hemos hablado muchas veces de las impresoras 3D. Nos gusta su poder para crear todo tipo de objetos: desde lo más común a cosas realmente sofisticadas, incluso comida. Ya ha demostrado su potencial y ahora le queda dar el paso más importante: afianzarse y lograr ser una referencia en muchos sectores.
Podemos usar una impresora para, valga la redundancia, crear objetos pero ¿y si utilizáramos una impresora y sus mecanismos para crear un objeto completamente diferente? Esto es lo que se planteó José Julio cuando quiso crear Air Hockey 3D. Un jugador de hockey de mesa robótico.
Vemos el proyecto en su página web en un vídeo donde nos enseña cómo ha creado a su criatura. Todo es rudimentario y no tiene el acabado de la típica mesa que encontraríamos en un salón de arcade. Sin embargo, a todos los amantes de este juego les encantaría echarse una partida en ella.
Nos cuenta su creador que quería ”hacer un proyecto de robótica aprovechando esa tecnología porque ahora mismo es muy asequible y tiene mucho potencial. tendría que hacer un proyecto de robótica aprovechando esa tecnología porque ahora mismo es muy asequible y tiene mucho potencial.” Uniendo este concepto con una afición de su hija: el hockey de aire.
“Una de las consideraciones iniciales del proyecto fue que fuera replicable y para ello por un lado he tratado de generar una buena documentación y por otro lado no me he “salido” del guión de utilizar los componentes de las impresoras 3D porque así me aseguraba que serían baratos y fáciles de conseguir.”
“Yo soy amante de la tecnología, pero no me gusta el papel de consumidor pasivo.”
José Julio se puso manos a la obra y cogió las piezas de su RedRap, una impresora 3D común, para crear su jugador robótico de hockey. Empezó a probar diferentes piezas hasta que dio con las que más se ajustaban a sus necesidades y recursos. Además de todo esto el proyecto nos deja una idea fundamental: que fuera replicable.
No sólo valía con que funcionara, quería que cualquier persona pudiera coger todos los elementos y, como si se tratara de una receta, que pudiéramos montar nuestra propia mesa de hockey. ¿Es decir? José nos lo explica: “Los conocimientos necesarios para replicar este proyecto son aproximadamente los mismos que necesita alguien para construirse una impresora 3D”. No hace falta ser un manitas, pero algo de conocimiento sí que necesitaremos.
Tras desarrollar el mecanismo que hacía movía el stick a lo largo de su lado de la mesa, era hora de desarrollar el software que permitía reconocer el movimiento de la ficha para que pudiera predecirlo. Le ha llevado un tiempo refinarlo y ahora, dice, es capaz de ganar a su hija aunque de momento él sigue pudiendo con él.
¿Acabará siendo una máquina invencible de jugar al hockey de mesa? José Julio dice que sigue trabajando en mejorar la inteligencia artificial del sistema para que sea un rival muy complicado. El código esta bastante aislado para que cualquier persona pueda modificarlo con mejores algoritmos.
Una parte interesante de este proyecto es que los algoritmos de estrategia del Robot están bastante aislados en el código así que será fácil que la gente modifique el código en el Arduino y genere nuevos algoritmos probablemente mejores que los míos y que incluso puedan competir entre sí.Me he sorprendido gratamente del éxito que ha tenido el proyecto y el vídeo así que por demanda popular (hay muchos comentarios al respecto) creo que construiré un segundo Robot al otro lado de la mesa para poder hacer enfrentamientos Robot-Robot con distintas estrategias y comprobar sobre el terreno quien es el mejor…
Por último comentar que me siento afortunado de poder construir los “juguetes” que me hubiera gustado tener cuando era niño. Proyectos como este son una demostración de que la ciencia puede ser muy divertida.
¿Su próximo paso? Construir otra pareja para el robot y hacer partidas entre los dos sistemas para comprobar cuál funciona mejor. Sin duda un proyecto interesante y que, personalmente, como fan de este juego de mesa me encantaría probar alguna vez.
Muchísimas gracias a José Julio por querer colaborar con nosotros en la elaboración de este artículo.
Más información | Ciencia y cacharreo
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