Los robots son fascinantes para el hombre, posiblemente no sólo por su carácter siempre novedoso, por la atracción de lo nuevo, sino también por ser una réplica humana, hijos de nosotros mismos, y por su peculiar no-libre albedrío. Ya veíamos ayer que había unos cuantos que merecieron ser amados.
Si algo gusta a los creadores de ficción es mezclar sus temas preferidos, y siendo el amor (y el sexo) otro de ésos, es fácil ver la razón por la que hoy tenemos posibilidad de repasar en qué momentos la cultura pop ha fantaseado con liarse con uno de ellos. Pero no penséis que eso de amor internacional ha quedado recluido a la literatura o el cine de ciencia-ficción. No, ‘Her‘, que se estrena el viernes en España, es solo una muesca de una pistola de amor robótica que se ha disparado también, y unas cuantas veces, desde el pop.
Lo siento, pero tu IBM no se va a dejar meter mano
Empecemos, por ejemplo, por la ELO (Electric Light Orchestra). A la banda de Jeff Lyne se le puede acusar de tantas cosas que si empiezo sigo escribiendo este post hasta dentro de un año, pero suya es una perfecta canción de amor casi adolescente entre un humano y una sintética. En ‘Yours, Truly 2095’, compuesta y publicada en 1981, el protagonista hace un viaje hacia el futuro para encontrarse con alguien que es como su amor… pero que tiene hasta marca:
I met someone who looks a lot like you, she does the things you do,
but she is an IBM.
De la relación con esa IBM , supuestamente creada para ser amable, no acaba saliendo nada bueno: a la clon robot no le gusta que un humano la toque, a pesar de haber sido programada para ello… y para muchas otras cosas:
She is the latest in technology, almost mythology, but she has a heart of stone.
She has an IQ of 1001, she has a jumpsuit on, and she’s also a telephone.
Así que no queda más remedio que asumir la derrota. A esa IBM (como luego pasaría con la empresa real), no había manera de amarla del todo:
Maybe one day I’ll feel her cold embrace, and kiss her interface,
till then, I’ll leave her alone.
No todas las relaciones (sexuales) con robots salen mal: ‘Erotic Robotic’, de Marmalade Duke, asegura, en plan manifiesto, que existe la erótica del robot incluso aunque éstos tengan acento escocés. Eso sí, Björk y Chris Cunningham se encargaron de demostrar, video de ‘All Is Full of Love’ mediante, que a priori parecen funcionar mejor los juegos de tuerca que los juegos de cama.
Sea como sea, parece claro que al ser humano le fascina ver cómo un robot es capaz de interpretar el amor. Recordemos, por ejemplo, Alan Turing. En 1948 Turing entró a trabajar en la Universidad de Manchester, en el laboratorio de computación, y allí programó junto a Christopher Strachey la Manchester Mark I, la primera computadora de la Universidad.
La Manchester Mark I recibía instrucciones y almacenaba “programas” en cintas de papel perforadas. Turing y Strachey, entre otras cosas más productiva, consiguieron que la Manchester Mark I escribiera cartas de amor, con una base de palabras que combinaba de manera romántica y comprensible. La Manchester Mark I se les declaraba con cosas como:
My affection curiously clings to your passionate wish. My liking yearns to your heart. You are my wistful sympathy: my tender liking. Yours beautifully, M.U.C.
En 2012, en su proyecto dedicado a Turing, Hidrogenesse generaron una canción de amor, ‘Love Letters’ que tenía por letra esas cartas de amor:
Todo esto ya ha pasado antes… y claro que volverá a pasar
Hay algo enfermizo en la relación del humano de ficción con los robots: a pesar de los numerosos avisos de que la cosa no va a ir muy bien, allá que nos lanzamos una y otra vez. Sí, “todo esto ya ha pasado antes y volverá a pasar” era la frase que sostenía Battlestar Galactica… y era complicado no pensar de otra manera. Gaius Baltar era un pardillo, pero ¿quién podría haberse resistido a Número Seis? Si pensáis que sí, que habríais conseguido mantener en secreto el acceso al sistema central de ordenadores del Ministerio de Defensa, es porque no sabéis quién es Tricia Helfer.
En todo caso, a Baltar al final le acaba saliendo bien su amor fou cylon, especialmente si tenemos en cuenta que le podría haber ido fatal y que cada nuevo clon le habría podido salir con un carácter distinto. Bien, peor de la cabeza Gaius no iba a estar, pero… EH.
En Battlestar Galactica había unas cuantas relaciones de IAs con humanos, bastante traicioneras por parte de los Cylons, todo hay que decirlo. ‘Caprica’, el fallido intento de Ronald D. Moore por expandir la mitología de las Doce Colonias, abundaba en otra parte del amor (del que hoy pasaremos de puntillas): el de un padre por su hija muerta y la posibilidad de darle vida de nuevo en forma sintética. Algo que, en gran parte, también estaba presente en la seminal e imprescindible ‘Metropolis’: “mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón“, decía la película de Lang… pero en esa frase no siempre se tienen en cuenta los sentimientos de los robots, como vamos a ver a continuación.
El silicio y un señor de Murcia (y otro de Ohio)
Lou Barlow ha sido, además de uno de los pilares del indie rock USA primero con Dinosaur Jr y después con Sebadoh, un tipo con la capacidad de cantar muy bien sobre las relaciones sentimentales. Y la que narra su ‘Mechanical Man’ es bastante explícita: si tu hombre no funciona, el mecánico (el robot, no el que arregla el coche, que quizás también) conseguirá recrear lo que necesites. “Puedo leer tu mente, pero aún así seguiré creyendo tus mentiras, estaré allí donde necesites, mis movimientos se adaptarán a lo que desees”, le canta el hombre mecánico a su dueña… que es también su amada, algo que queda claro cuando reconoce su imperfección:
But I’m not perfect after all
I still get jealous when he calls
Something’s wrong, pride was never in the plan
Turn me in for a brand new mechanical man
El mismo robot que canta que se le puede gritar cuando uno tiene un mal día porque está programado para olvidar es el que acaba por reconocer que también tiene su corazoncito y que le molesta que haya otro que llame por teléfono a “su” chica.
Ese ‘Mechanical Man’ bien podría ser un trasunto del Gigolo Joe que Spielberg nos enseña en ‘Inteligencia Artificial‘, un chapero de silicio perfectamente diseñado para satisfacer los deseos de quienes lo contraten. Son “gente” programada para ser de una manera que, sin embargo, han acabado por tomar conciencia de sí mismos. Ese descubrimiento está narrado de manera bastante tragicómica por el murciano Parade en ‘Se positivo, acepta el silicio‘:
Si al protagonista de Parade se le disparaba un programa determinado al deprimirse, Jed, el humanoide de Grandaddy creado por unos chavales en la cocina de su casa, no tiene esa suerte y se da al alcohol hasta morir, incapaz de aceptar que la vida no es fácil:
Jed had found booze and drank every drop
He fizzled and popped
He rattled and knocked
And finally he just stopped
Tienes la fiebre del metal, chico
Pero volvamos al amor, que hasta los robots borrachos pueden encontrarlo. Mirad por ejemplo a Bender Bending Rodríguez, que entre los múltiples flirteos que vive a lo largo de Futurama, tiene tiempo para enamorarse de Amy Wong, ser correspondido y plantear un proyecto de ley que permita su matrimonio. Esto llega en la sexta temporada de la serie, porque antes el propio Bender considera que las relaciones amorosas de robots y humanos son cosa de una enfermedad (la fiebre del metal) en el mismo capítulo en el que las citas de Fry con el robot de Lucy Liu acaban como el rosario de la aurora.
Fiebre del metal era lo que sufría también Austin Powers rendido a los encantos de las Fembots del Doctor Maligno. Y en ‘La mujer explosiva‘ (‘Weird Science’ en el resto del mundo donde-los-títulos-no-se-traducen-de-manera-loca) unos pasados de hormonas Ilan Mitchell-Smith y Anthony Michael Hall la sufren de otra manera al dar vida a Kelly LeBrock. No ha habido pulsación de “enter” más calentorra para adolescente alguna (exceptuando todas vuestras incursiones en pornhub et al).
Las relaciones robosexuales siguen siendo todo un misterio, pero teniendo en cuenta que el ser humano se creó antes y aún es complicado entender las de carne y hueso, creo que hay que perdonarnos que aún no sepamos explicar bien los affaires sintéticos. Eso sí, si el amor conlleva ruptura, posiblemente acabe en insultos, como la canción de Arling & Cameron versionada por Evan Dando, sus Lemonheads y Kate Moss:
No, I don’t care for you metal looks
I don’t care for your bleeps and bloops
Go away, why don’t you just shut upYour crazy smile, digital dial
I hate ya, every bolt and screw
I don’t like anything about you
En todo caso, si dais el paso y pasáis a haceros un ‘Her’, tened en cuenta que si la cosa sale mal siempre es mejor perdonar a los robots (y a los ninjas, pero ésa es otra historia). Porque si no, bien podría acabar la cosa como en la canción de los Flight of The Conchords:
(Oh, Dios, necesito ese solo de binario en todas las canciones; creo que yo también me he acabado enamorando de los robots)
En Xataka | Trece robots que merecieron ser amados, Si esta noche quieres sexo, no olvides recargarme antes
via Magazine - robotica http://ift.tt/O8rdPG
No hay comentarios:
Publicar un comentario