El día a día de muchas de las personas que trabajan en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) desde fuera es apasionante. Lo que hacen los físicos, matemáticos e ingenieros, entre otros oficios, que se responsabilizan tanto de la planificación y ejecución de los experimentos como de la puesta a punto de las instalaciones de los aceleradores de partículas y los detectores es interesantísimo. Sin embargo, es importante que no pasemos por alto que algunos de los trabajos que exigen estas instalaciones son peligrosos.
Algunos de los componentes que es necesario manipular una vez que han sido ensamblados son voluminosos y pesados, por lo que es imprescindible manejarlos en condiciones de máxima seguridad para no comprometer la integridad física de ningún trabajador. Además, algunas ubicaciones de los aceleradores y los detectores de colisiones están expuestas a la radiación, por lo que es necesario proteger a las personas que trabajan en estas áreas para evitar que puedan acabar teniendo problemas de salud.
Este es el contexto en el que en noviembre de 2021 nació el edificio 937 dentro del recinto del CERN. Las personas que trabajan en su interior se dedican expresamente a diseñar y fabricar robots, poner a punto cables, y también a poner a prueba algunos de los componentes electrónicos que posteriormente serán utilizados en los aceleradores o los detectores. Incluso se encargan de llevar a cabo tests de exposición a la radiación. En cualquier caso, su rol como responsables de la fabricación de los robots del CERN es crucial en el ámbito de la seguridad.
"Robodog" ya está listo. Y es extraordinario
Los robots que han diseñado y fabricado hasta ahora los ingenieros del CERN persiguen ayudar a los técnicos e investigadores a lidiar con algunos de los desafíos que plantean estas instalaciones. Su última propuesta, conocida oficialmente como CERNquadbot (aunque los ingenieros que lo han diseñado lo llaman acertadamente 'Robodog') es un avanzado robot cuadrúpedo que tiene un tamaño parecido al de un perro mediano y una movilidad impactante.
'Robodog' ya ha superado con éxito las primeras pruebas de protección frente a la radiación
De hecho, su baza más atractiva es, precisamente, su movilidad. Su tamaño comedido también puntúa a su favor. Puede ser utilizado para tomar medidas de la radiación a la que están expuestas algunas zonas de las instalaciones con el propósito de evitar que las personas que trabajan en sus proximidades se vean afectadas por la radiación ionizante. 'Robodog' ya ha superado con éxito las primeras pruebas de protección frente a la radiación, por lo que está preparado para afrontar con garantías este tipo de trabajos. Otra de sus virtudes es que gracias a sus cuatro patas puede desplazarse por lugares que resultan inaccesibles tanto a las personas como a los robots con ruedas.
Incluso puede desplazarse por el interior de algunos de los muchos conductos y tuberías de difícil acceso que pueblan las instalaciones del CERN. O cargar con objetos pesados que difícilmente podría transportar una persona, como brazos robóticos, especialmente cuando es necesario transportarlos a zonas de difícil acceso. Actualmente los ingenieros que han diseñado 'Robodog' están refinando los algoritmos que permiten controlarlo y desarrollando nuevas herramientas que posiblemente podrán ser utilizadas durante la puesta a punto de sus sucesores. Las innovaciones tecnológicas elaboradas en el CERN no generan patentes, por lo que, quién sabe, quizá en el futuro podamos tener una versión de 'Robodog' en nuestras casas.
Imagen de portada | CERN
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