Llevamos años hablando de la delicada situación de la Gran Barrera de Coral australiana. Está sufriendo decoloración, la mitad de su coral está muerto o se está muriendo, padece los efectos de la contaminación y no es inmune a fenómenos naturales severos ni al cambio climático.
Sin embargo, esta obra maestra de la naturaleza tiene más amenazas de los que preocuparse y una de ellos es la presencia de millones de estrellas de mar venenosas llenas de espinas que la están consumiendo viva. Esta llamativa especie del famoso animal marino es el objetivo del RangerBot, un robot submarino programado para matarla.
Objetivo: las coronas de espinas
Las coronas de espinas o acantáster púrpura, como también son llamadas, son una especie de estrella de mar que se alimenta casi exclusivamente de ciertos animales coloniales: los corales duros. Es por eso que estas estrellas son una de las principales amenazas a las que se expone la Great Barrier Reef de Australia, el mayor arrecife de coral del mundo.
Este robot protector del gran arrecife australiano es el resultado de más de una década de investigación y desarrollo del investigador Matthew Dunbabin, de la Universidad de Tecnología de Queensland, en colaboración con Google y la Fundación de la Gran Barrera de Coral.
Dunbabin desarrolló en 2005 un sistema computarizado que tenía la capacidad de identificar las estrellas corona de espinas con una precisión de alrededor del 67 %. El siguiente paso era dar con una forma de eliminar estos animales enemigos de los corales fácilmente.
La solución conocida entonces, que consistía en inyectar una sustancia tóxica en cada uno de los aproximadamente veinte brazos que tienen con el fin de que no se regenerase, no parecía demasiado factible.
Sería años más tarde, en 2014, cuando el descubrimiento de que una sola inyección de un derivado de la bilis podía acabar con estas estrellas en menos de veinte horas lo cambió todo. De este hallazgo nacieron los primeros robots COTSbot, capaces de reconocer el 99,4 % de las coronas de espinas gracias a los avances en visión robótica e inteligencia artificial.
De esa primera creación, demasiado grande, cara y complicada de emplear, nació el actual RangerBot, ganador del Google Impact Challenge People's Choice de 2016, lo que permitió llevar adelante el proyecto.
Dunbabin y el resto de equipo involucrado con los RangerBot han logrado que aprender a utilizarlo apenas requiera un cuarto de hora. Se dirige a través de una tableta, con controles como los que podría tener un dron, para que puedan ser directamente los administradores de los arrecifes, investigadores y comunidades de todo el mundo los que los empleen.
Con un peso de solo quince kilos y una medida de unos setenta y cinco centímetros, el robot viaja a través de la Gran Barrera de Coral, observa los corales e identifica las estrellas que los están devorando. Con un espécimen encontrado, inyecta de una sola vez el derivado de la bilis y la corona de espina queda condenada.
Los cinco RangerBot que están operativos están listos para ser puestos a prueba. Con sensores de calidad de agua, luces y baterías extraíbles, pueden tomar muestras del líquido elemento, operar de noche y hacerlo por períodos más largos. El objetivo es que, además de matar estas estrellas de mar, puedan lanzar alertas tempranas de brotes y monitorear autónomamente grandes áreas del arrecife australiano, complementando los actuales sistemas actuales de monitoreo y proporcionando más información.
Imagen destacada | Universidad de Tecnología de Queensland
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