Al principio fue el susto y el miedo. La popularización de la inteligencia artificial generativa a raíz del lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022 dio lugar a algunos temores en el mundo educativo. La disponibilidad de una herramienta potentísima y que, con solo formularle preguntas en un lenguaje coloquial, podía escribir una redacción, buscar información para un trabajo, resolver un problema matemático o plantear la programación de una asignatura, hizo saltar algunas alarmas en parte de la comunidad docente.
Había varias cuestiones sobre la mesa: ¿nos encontrábamos ante un nuevo Rincón del Vago elevado a la enésima potencia? ¿Era ChatGPT un atajo para multiplicar el corta-pega y los plagios? Algunas instituciones temieron que la IA elevara a rango de conocimiento ciertos contenidos con sesgos sexistas y con prejuicios raciales. En marzo del año pasado, el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF), unidad del Ministerio de Educación y Formación Profesional, advertía en este sentido:
El uso de ChatGPT también conlleva riesgos asociados como la falta de análisis y reflexión que llevan a conclusiones precipitadas o inexactas; la escasa generación de ideas novedosas; la falta de coherencia discursiva; la paráfrasis y reiteración de algunas ideas; la dudosa o inexacta veracidad de ciertos contenidos; los sesgos de lenguaje sexista y/o con prejuicios raciales en función de las fuentes existentes; la dependencia o exceso de uso que fomenta en el usuario una actitud poco creativa, divergente, reflexiva y crítica.
En Estados Unidos, el Departamento de Educación de Nueva York fue una de las primeras entidades educativas en posicionarse en contra de ChatGPT y a comienzos de 2023 optó por prohibir su uso en las escuelas públicas de la ciudad. Para la portavoz de esa institución, la IA no desarrollaba habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas, "que son esenciales para el éxito académico y de por vida".
Multitud de instituciones educativas estadounidenses siguieron su camino. Colegios y universidades a lo largo y ancho del país prohibieron el uso de ChatGPT entre sus alumnos. En Europa las respuestas fueron más modulares. Dinamarca abrazó desde un primer momento la IA como herramienta educativa; Berlín pautó unas guías para sus colegios; escuelas y universidades de Francia optaron también por el veto. En España algunas universidades también siguieron ese camino. La reacción inmediata en todo el mundo educativo fue la confusión.
Sin embargo, el paso del tiempo y un análisis más sosegado de las repercusiones de la IA en el sistema educativo está cambiando la percepción y ahuyentando los temores iniciales. El mismo Departamento de Educación neoyorquino dio marcha atrás a su prohibición del ChatGPT en las escuelas de la ciudad el pasado mes de mayo. Los responsables admitieron que, en un primer momento, se dejaron llevar por "el miedo y el riesgo instintivos", que les llevó a no valorar el potencial de la IA en la enseñanza. También anunció la búsqueda de acuerdos con empresas tecnológicas para sacar más partido a esta tecnología.
Y el pasado febrero, aquí en España el INTEF publicaba un análisis en su página web donde abordaba el impacto de la IA en educación de una forma más conciliadora. Asumía que esta ola tecnológica obligará a "cambios en el currículo, la enseñanza y las evaluaciones, adaptando los sistemas educativos". Antes, en octubre pasado, solo unas semanas antes de asumir definitivamente la cartera de Educación en el Gobierno de Pedro Sánchez, la ministra Pilar Alegría decía en Congreso EnlightED 2023 que la IA es una realidad "innegable" e instaba a "trabajar para que se convierta en una herramienta que provoque una mejor educación para todos".
Es decir, hubo un cambio de tono.
Hablan los profesores volcados en la IA
Los expertos Desirée Gómez Cardosa y Guillem García Brustenga, del eLearning Innovation Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), identifican hasta medias docenas de tendencias que muestran a la IA como una herramienta transformadora en las aulas en el corto plazo. Desde la preparación de las asignaturas para el profesorado, a la creación de materiales personalizados para cada alumno, pasando por la producción de infografías, presentaciones y glosarios para completar el proceso de aprendizaje.
Es algo que ya empiezan a aplicar muchos profesores en España.
En la pasada edición del SIMO Educación, celebrado en el Ifema de Madrid con la participación de 125 empresas y la asistencia de casi 10.000 personas, la inteligencia artificial ocupó un lugar destacado en las sesiones formativas y en los debates. A ese foro acudió Domingo Chica, profesor malagueño de secundaria en Vélez-Málaga, que lleva casi dos décadas ejerciendo la profesión y que ahora da clases de lengua española y de inglés. Chica es uno de los profesores que no ha dudado en valerse de la IA para preparar sus clases y hacer un seguimiento del alumnado. Además de ChatGPT, se vale de programas de IA más específicos del mundo educativo.
En concreto, recurre a la herramienta Matthew, de la empresa española Adaptical, para generar actividades para los alumnos, respetando los contenidos que por ley tienen que abordar en las clases. "Con Adaptical genero retos, como, por ejemplo, hacer una campaña de concienciación sobre un Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), como el medio ambiente, la educación o la igualdad de género".
También trabaja con Twee, para preparar ejercicios y prácticas en inglés, y generar textos de diferentes niveles adaptados a las necesidades de cada alumno, así como las preguntas a las que se tendrá que enfrentar para poner a prueba su capacidad de comprensión. "De esta manera, podemos dar respuesta a los distintos ritmos de aprendizaje del alumnado", subraya. Al mejorar la productividad del profesor, recortando las horas que tiene que dedicar a preparar una clase o corregir exámenes, la IA puede ser una vía para aliviar la escasez de plantilla en los centros educativos, y sobre todo de profesores de apoyo, que históricamente se ha señalado como una de las razones que explican las altas tasas de abandono escolar temprano.
La IA también le permite generar preguntas "de calentamiento" al principio de la clase, motivando un debate que anticipará los contenidos que luego se desarrollarán en la sesión. Chica está convencido de que la tecnología, "coherentemente integrada y justificada, puede suponer una transformación en los procesos de aprendizaje". También relativiza el punto de vista de los apocalípticos: "Siempre hemos tenido una especie de ChatGPT en la web, en la familia o en un profesor de apoyo. El reto ahora es adaptar este tipo de herramientas para transformar el modelo docente".
Para Chica, los resultados de la IA generativa en clase van a depender de los "los inputs, los promtps o las instrucciones que el profesor aporte", y eso dependerá de una mezcla de capacidades pedagógicas y digitales. No obstante, reconoce que el día a día en un colegio o un instituto se lleva casi todas las energías del profesorado, y la IA está lejos de ser una prioridad. "El problema es que los profesores están más en otros frentes. Están más pendientes de la legislación, del diseño de situaciones de aprendizaje, de cómo abordar una evaluación adecuada o de cómo dar respuesta a las necesidades diarias de un centro".
La IA como desatascador
Otro ejemplo de profesor entusiasta con la innovación en el aula es el de María del Carmen Giraldo, directora del IES Los Valles, en el municipio zamorano de Camarzana de Tera, donde también da clases de matemáticas. Ella se decidió a introducir la IA para favorecer el aprendizaje de sus alumnos de matemáticas de Bachillerato, de la rama de ciencias sociales.
Sin conocimientos informáticos, pero con mucha curiosidad y mirando tutoriales en internet, se aventuró y logró configurar un chatbot con la herramienta Botpress, que luego integró en la plataforma de aprendizaje de código abierto Moodle, a la que recurren muchos centros educativos para organizar sus materiales. "Cuando los alumnos repasan contenidos, pueden preguntar al chatbot sobre esos contenidos. También pueden pedir ahí materiales adicionales o vídeos, o saltar a páginas web específicas de matemáticas", explica.
Giraldo no teme que sus alumnos de matemáticas acaben, gracias a su chatbot, resolviendo sin esfuerzo esos problemas de programación lineal que se plantean a diario en la asignatura. "En matemáticas es difícil copiar porque, aunque los alumnos pregunten por la solución, una inteligencia artificial avanzada, como ChatGPT, no te da la respuesta correcta si tú no haces de guía. Se requiere mucho diálogo para llegar a resolver los problemas", razona.
En su lugar, el chatbot configurado por Giraldo permite a los alumnos avanzar en la resolución de un problema cuando están en casa o en la biblioteca, y no tienen la ayuda del docente. “Si un alumno se atasca en un paso concreto del problema, la herramienta le ayuda a salir adelante justo en ese punto. Es una buena herramienta de refuerzo, cuando yo no estoy con los alumnos".
Esta profesora reconoce que adentrarse en las posibilidades de la IA le ha llevado mucho tiempo y preparación, pero también dice que si al final se mejora el aprendizaje del alumno siempre no habrá sido en balde y será "gratificante". Además, celebra que el chatbot haya sido bien acogido por sus alumnos, por su novedad, aunque admite que todavía le falta perspectiva para evaluar todos sus beneficios.
Para este reportaje también pedimos una valoración a Mariano Fernández Enguita, catedrático de la Universidad Complutense y uno de los investigadores sobre educación más importantes que hay en España. Fernández Enguita huye del tono catastrofista y dice que las herramientas de IA como ChatGPT o Bard pueden actuar como "tutores o compañeros de aprendizaje" del alumno. Lo que supone romper con el esquema rígido que ha predominado históricamente en la escuela, con un profesor que habla y unos alumnos que inevitablemente se limitan a escuchar: "Esto es un gran salto en comparación con apenas oír o leer una lección y poco más, es decir, con el libro de texto, la lección frontal y la esporádica atención individual del profesor".
Además, Fernández Enguita opina que los modelos de IA se pueden "afinar" para que no "soplen" al alumno la solución a un problema, sino que le den indicaciones o, si acaso, alguna pista para avanzar en los pasos de su resolución."Es lo que ya hace, por ejemplo, el chatbot Khanmigo, de la Academia Khan, que también puede explicar cuál es la utilidad de tal o cual tipo de operaciones". En este caso, la IA es la materialización del "tutor digital permanentemente disponible".
Este experto aboga por empezar a mostrar y explicar los buenos usos de la IA en los centros de enseñanza. Y en utilizarla "de una manera acotada y ajustada al ámbito y al nivel del alumno". También cree que todavía falta desarrollo para que esa actividad sea "lo suficientemente sencilla, eficiente, confiable y replicable" para alumnos y profesores.
Sobre las competencias digitales del profesorado, Fernández Enguita cree que en España hay muchos docentes, de todos los ámbitos, que "son digitalmente muy competentes y verdaderos innovadores", y que están este curso tomando la iniciativa para introducir la IA en el proceso de aprendizaje. Aunque también advierte de que hay otros muchos profesores que se lo han tomado en términos negativos: "No pocos verán el fin del mundo, como ya lo han hecho antes, pero otros verán posibilidades hasta hoy inigualadas de movilizar, interesar y acompañar el aprendizaje del alumno, además de una potente herramienta para el profesor".
En resumen, el último año y medio de IA generativa ha modulado la respuesta de la comunidad educativa a herramientas como ChatGPT. De los estupores y los recelos iniciales se ha pasado a una visión más optimista. El cambio de percepción de las autoridades docentes en este último año, unido a la voluntad y el trabajo de pedagogos innovadores y curiosos, dibujan un escenario más calmado con la esperanza de resolver algunos de los grandes problemas históricos del sector educativo: la falta de recursos y la poca personalización de la enseñanza.
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