Regular, intervenir o dejar pasar. El debate de las redes sociales es pegajoso como la plastilina barata. ¿Qué hacer para reducir la desinformación? Y el camino es empedrado. Porque si meten la mano pueden atentar contra la libertad de expresión. Odiar no es delito. Pero si no hacen tampoco nada pueden convertirse en un guirigai de narices. Los usuarios de Twitter, en cambio, han sabido contener a los «bots» que inundan de mensajes de antivacunas. Una investigación de American Public Health Association rescatada por «The Guardian» concluye que los perfiles administrados por «bots» -software automatizado- tienen un «éxito limitado» en la difusión de mensajes contra la vacunación. Un estudio de millones de publicaciones ha encontrado que los usuarios rara vez «retuitean» información errónea sobre este área. El informe, que pretendió entender el comportamiento de los «bots» y los usuarios provocadores («trolls») en la promoción de contenido de salud en internet, ha estado dirigido por el profesor de la Universidad de Sydney, Adam Dunn. En su opinión, a pesar de la creciente preocupación por la influencia de los mensajes amplificados en Twitter a la hora de difundir información errónea, este tipo mensajes parecían ineficaces a la hora de influir en el discurso aceptado por la comunidad científica sobre la importancia de la vacunación en la protección de las sociedades avanzadas. Los autores de la investigación, sin embargo, concluyeron que «la información errónea y la desinformación relacionados con la salud se propagan en las redes sociales, lo que representa una amenaza para la salud pública». Un asunto peliagudo que ha forzado a las empresas de medios de sociales a establecer filtros y medidas de contención para reducir la presencia de estas publicación, no sin generar un ácido debate sobre la posible censura en internet. «Las cuentas que se hacen pasar por usuarios legítimos crean una falsa creencia, erosionando el consenso público sobre la vacunación», lamentan los autores. El equipo de investigadores analizó el comportamiento de una muestra de 53.188 usuarios activos de Twitter seleccionados al azar en los Estados Unidos, que difundieron más de 20 millones de «tuits» relacionados con vacunas publicados por cuentas operadas por humanos y operadas por robots entre enero de 2017 y diciembre de 2019. Hallaron que un usuario medio recibió un promedio de 757 publicaciones relacionadas con vacunas y 27 publicaciones críticas con la vacunación. Pero menos del 0,5% de esos mensajes críticos originados por «bots» encontró respaldo de los usuarios, según el estudio. Ahí, los usuarios se mostraban más propensos a «retuitear» contenido sobre teorías de antivacunación que llegaba de otro tipo de usuarios. «La proliferación de este contenido tiene consecuencias: la exposición a información negativa sobre las vacunas se asocia con un aumento de las dudas y el retraso de las vacunas. Los padres que dudan sobre las vacunas son más propensos a recurrir a internet en busca de información pero es menos probable que confíen en expertos de en salud pública», subrayan. El estudio estableció una relación entre la presencia de «bots» en Twitter (que según diversos estudios representa el 15% de la masa de usuarios de la plataforma) y su número de seguidores, muchas veces escaso. «Existe la suposición de que cuantos más “bots” publiquen, más impacto tendrán, pero no es cierto si no se mide lo que le llega a las personas», señala Dunn. «Es posible que nunca se vean miles de mensajes si esas cuentas no tienen seguidores humanos. Si solo se analizan los bots no se está midiendo el posible impacto».
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