
La inteligencia artificial, el reconocimiento de objetos y otros avances ha permitido que las grabaciones mejoren y se automaticen, pero a veces los falsos positivos pueden parecer una broma. Broma de mal gusto para quienes quisieron ver un partido del pasado fin de semana en el que la AI confundió la cabeza de un juez de línea con el balón, de modo que el árbitro acabó siendo el protagonista.
Se trata de un encuentro en casa del Inverness Caledonian Thistle FC, un equipo escocés de fútbol que hace unas semanas anunciaba que instalaría un sistema en el que las cámaras no requerirían personal humano para encargarse de la grabación de los encuentros, ya que gracias a la AI dispondrían de "ball-tracking" (es decir, rastreo del balón). Como propuesta es innovadora, pero parece que la AI no estaba entrenada para diferenciar el balón de otros objetos parecidos.
Una IA fuera de juego
La detección de objetos mediante cámaras está en un estado avanzado, viendo que incluso Google la puso al alcance de cualquiera entrenando a su IA. No es siempre efectiva al 100%, pero ya es algo utilizado de manera habitual (por ejemplo, en el enfoque por rastreo en los vídeos de móviles).
Claro, que por muy integradas que estén estas funciones puede que no nos esperásemos un fallo así, sobre todo hablando de un sistema para cámaras más avanzadas. El sistema Pixellot del Caledonian consideró que el protagonista era el balón, sí, pero "entendió" que éste era el cráneo de un árbitro calvo y es lo que acabó siendo el centro de atención de las cámaras como podéis ver en el siguiente vídeo.
Esto es algo bastante cómico, si bien a los seguidores no les hizo tanta gracia porque la emisión se centró precisamente en el juez de línea y no era lo esperado, lógicamente. Los planos dejaron de lado un gol y muchas jugadas que los aficionados al equipo no pudieron ver, en un periodo en el que no se permite la asistencia al campo de juego y los enfrentamientos se han de ver de manera remota por el COVID-19.
Habrá que ver si el equipo actualiza el sistema, pero desde luego mientras tanto tendrán que aplicar alguna solución transitoria, quizás que los presentes en el terreno de juego lleven gorro si es que su cabeza puede confundirse por un balón por la IA. Desde luego, en este caso no ha funcionado lo de sustituir a los seres humanos por máquinas.
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La compañía estadounidense Appian, que cotiza en el Nasdaq, tiene claro su objetivo: cambiar la manera en la que crece el ecosistema digital. El servicio, que este año concretó la adquisición de una empresa sevillana Novayre Solutions, apuesta por un desarrollo diferente en la creación de plataformas empresariales destinada a completar la ansiada transformación digital de las compañías. Su principal modelo es el llamado «low code», como se conoce técnicamente a una plataforma de desarrollo de código bajo. Es un enfoque diferencial que propone instaurar un software que proporciona un entorno de desarrollo utilizado para crear servicios de aplicación a través de una interfaz de usuario gráfica en lugar de la programación tradicional codificada a mano. El objetivo es agilizar procesos y llevarlo al alcance de todos independientemente del nivel. Uno de sus precursores es Appian, que celebró esta semana su congreso anual europeo. Durante las conferencias, los expertos evidenciaron la relevancia del «low code», que considera una tendencia en el desarrollo de aplicaciones. La idea es que utiliza componentes preconstruidos para ahorrar tiempo y dinero, ya que, por lo general, según insistieron, prácticamente el 80% del código es reutilizable, con lo que sólo hace falta añadir ese 20% restante. Así, señalaron los expertos, se consigue «pasar de prácticamente un año de desarrollo a sólo ocho semanas». Además, para ese 20% restante, no hace falta un ingeniero, sino «sólo una persona con un entrenamiento básico». En cuanto a la automatización, se produce gracias a los sistemas de Automatización robótica de procesos (RPA, por sus siglas en inglés) de la empresa sevillana Novaire, que adquirió Appian el año pasado. Esta época de Covid-19 ha influido muchas empresas, que han tenido que recurrir al «low code» para acelerar su transformación digital y el trabajo en remoto. Una clara prueba de ello ha sido el éxito que han tenido las dos aplicaciones que Appian ha lanzado en los dos últimos meses, «Covid-19 Response Management» y «Covid-19 Workforce Safety Solution». Medias anticoronavirus Ambas enfocadas en ayudar a las empresas a controlar el contagio del coronavirus entre sus empleados y lograr un regreso de la oficina más seguro. ¿Cómo? Mediante sistemas de registro («check-in») y la trazabilidad de los contactos de los contagiados. Matt Calkins, consejero delegado de Appian, éstos han sido los productos de venta más rápida de su historia. «Estas dos aplicaciones suponen un cambio en el modelo de negocio de Appian al percatarse de que, ante una emergencia como la actual, las empresas necesitan algo más que una plataforma de low code, sino una aplicación prácticamente acabada que se pueda adaptar de forma sencilla a cada cliente», añade. En esa misma línea, Michael Beckley, director de tecnología de Appian, estas dos aplicaciones se tratan de aceleradores para las empresas que necesitan una solución prácticamente inmediata. Siguiendo la misma estrategia han aprovechado el congreso para anunciar «Connected claims», una serie de aplicaciones en «low code», que están interconectadas permitirán a las aseguradoras agilizar los trámites de cualquier reclamación, sin necesidad de migrar sus datos a otro sistema, acelerando y abaratando los costes del proceso. Un producto que se puede implementar en escasas semanas, ya que no cambia los sistemas que la aseguradora ya tiene. Fuentes de Appian sostienen que el incremento del valor de los gigantes tecnológicos en Estados Unidos de 3,3 billones de dólares americanos este año, mayor que el PIB de Inglaterra, acabará colapsando, debido al desequilibrio de poder entre ellas y sus clientes, a los que obligan a migrar sus datos a su nube, perdiendo parte del control. Según sostiene Calkins, las empresas se van a dar cuenta de que no es factible utilizar sólo una plataforma, sino que es necesario combinar varias al mismo tiempo. El servicio es compatible con todas las «nubes» y actúa como conector entre ellas, sin tener que utilizar las bases de datos de sus clientes. La automatización usando «low code» es una de las grandes apuestas de Appian de los últimos dos años. Y gracias a la última actualización, ya no sólo se pueden crear procesos «RPA» con «low code», sino también los robots. Lo que supone un gran paso en la democratización de la automatización, que queda accesible a todo el mundo, y no sólo los desarrolladores. Además, gracias a la inteligencia artificial, estos «bots» son capaces de adaptarse mejor a los cambios en los procesos, demostrando una mayor resiliencia. «Los RPA y la automatización será la industria más emocionante en los próximos años», apunta Calkins. «La frase de, todo el mundo debería de tener un bot, debería de cambiar, por la de todo el mundo debería de tener un ejército de bots», agrega Beckley. Entre los nuevos clientes de Appian en España, destaca Bankia, que junto a Banco Santander y Deloitte, son algunos de los mayores casos de éxito en España. Deloitte que ha implementado RPA en más de 100 procesos internos, ha experimentado ya 100.000 euros en ahorros en costes. Gracias este crecimiento, España es uno de los mercados principales de Appian, donde siguen reclutando talento y aumentando el número de empleados.











Regular, intervenir o dejar pasar. El debate de las redes sociales es pegajoso como la plastilina barata. ¿Qué hacer para reducir la desinformación? Y el camino es empedrado. Porque si meten la mano pueden atentar contra la libertad de expresión. Odiar no es delito. Pero si no hacen tampoco nada pueden convertirse en un guirigai de narices. Los usuarios de Twitter, en cambio, han sabido contener a los «bots» que inundan de mensajes de antivacunas. Una investigación de American Public Health Association rescatada por «The Guardian» concluye que los perfiles administrados por «bots» -software automatizado- tienen un «éxito limitado» en la difusión de mensajes contra la vacunación. Un estudio de millones de publicaciones ha encontrado que los usuarios rara vez «retuitean» información errónea sobre este área. El informe, que pretendió entender el comportamiento de los «bots» y los usuarios provocadores («trolls») en la promoción de contenido de salud en internet, ha estado dirigido por el profesor de la Universidad de Sydney, Adam Dunn. En su opinión, a pesar de la creciente preocupación por la influencia de los mensajes amplificados en Twitter a la hora de difundir información errónea, este tipo mensajes parecían ineficaces a la hora de influir en el discurso aceptado por la comunidad científica sobre la importancia de la vacunación en la protección de las sociedades avanzadas. Los autores de la investigación, sin embargo, concluyeron que «la información errónea y la desinformación relacionados con la salud se propagan en las redes sociales, lo que representa una amenaza para la salud pública». Un asunto peliagudo que ha forzado a las empresas de medios de sociales a establecer filtros y medidas de contención para reducir la presencia de estas publicación, no sin generar un ácido debate sobre la posible censura en internet. «Las cuentas que se hacen pasar por usuarios legítimos crean una falsa creencia, erosionando el consenso público sobre la vacunación», lamentan los autores. El equipo de investigadores analizó el comportamiento de una muestra de 53.188 usuarios activos de Twitter seleccionados al azar en los Estados Unidos, que difundieron más de 20 millones de «tuits» relacionados con vacunas publicados por cuentas operadas por humanos y operadas por robots entre enero de 2017 y diciembre de 2019. Hallaron que un usuario medio recibió un promedio de 757 publicaciones relacionadas con vacunas y 27 publicaciones críticas con la vacunación. Pero menos del 0,5% de esos mensajes críticos originados por «bots» encontró respaldo de los usuarios, según el estudio. Ahí, los usuarios se mostraban más propensos a «retuitear» contenido sobre teorías de antivacunación que llegaba de otro tipo de usuarios. «La proliferación de este contenido tiene consecuencias: la exposición a información negativa sobre las vacunas se asocia con un aumento de las dudas y el retraso de las vacunas. Los padres que dudan sobre las vacunas son más propensos a recurrir a internet en busca de información pero es menos probable que confíen en expertos de en salud pública», subrayan. El estudio estableció una relación entre la presencia de «bots» en Twitter (que según diversos estudios representa el 15% de la masa de usuarios de la plataforma) y su número de seguidores, muchas veces escaso. «Existe la suposición de que cuantos más “bots” publiquen, más impacto tendrán, pero no es cierto si no se mide lo que le llega a las personas», señala Dunn. «Es posible que nunca se vean miles de mensajes si esas cuentas no tienen seguidores humanos. Si solo se analizan los bots no se está midiendo el posible impacto».






La automatización de procesos industriales no es un fenómeno reciente. Desde hace un siglo se han introducido las máquinas en las cadenas de montaje. En los últimos años, sin embargo, se han acelerado los avances en el campo de la robótica y la Inteligencia Artificial hasta el punto que la transformación digital ha generado dudas sobre el futuro de los empleos. Una de las empresas que más ha invertido en cambiar las dinámicas de trabajo en los almacenes ha sido Amazon, que se suele poner de ejemplo como paradigma de la revolución del comercio electrónico. Pero una investigación global ha sacado a relucir algunas carencias. Una investigación elaborada por el Center for Investigative Reporting a partir de muestras de informes laborales de 150 centros durante cuatro años, revela que el empleo de robots por parte de Amazon en sus almacenes ha provocado más lesiones en los trabajadores humanos. Las lesiones graves son hasta un 50% más altas entre los empleados que trabajan con robots en comparación con quienes no los tienen en su entorno laboral. El informe denuncia una serie de «tergiversaciones» emitidas por la compañía estadounidense en los últimos años «para ocultar sus crecientes problemas de seguridad». Los documentos internos que han salido a la luz muestran que las instalaciones con robots tienen tasas de lesiones aproximadamente un 50% más altas. El año pasado -insiste la investigación- se registraron 14.000 lesiones «graves», un 33% que en 2016. ABC se ha puesto en contacto con la compañía sin recibir todavía una respuesta. Los robots, ha insistido Amazon en comunicaciones públicas, son «buenos» para los trabajadores. «Hacen que el trabajo sea más seguro», recalcó Jeff Wilke, uno de los dos directores ejecutivos de Bezos, al medio «PBS Frontline» en septiembre pasado. Los robots se introdujeron por primera vez en sus almacenes después de la adquisición de un fabricante de robótica en 2012 en su desafío por cambiar la logística. Ahora, tiene una flota de miles de máquinas programadas para llevar productos a los empleados de los centros de logística, también en sus centros ubicados en España. Fuentes sindicales han asegurado a ABC que la accidentalidad en los centros logísticos de la empresa supera en dos veces la media del sector a nivel nacional «especialmente en los centros automatizados». Aducen, pues, un factor determinante: los «especialmente altos ritmos de trabajo». «Se trabaja con bastante presión. Se mide el que más produce con el que menos y se extrae una media que la empresa presiona para cumplir», denuncian, al tiempo que ponen en valor la inversión en seguridad en los últimos años. Pero insisten en dos aspectos: «La productividad no puede bajar, esa es su máxima» y «su innovación ha pasado por el comercio electrónico, pero no por la cadena de suministros». En los últimos años la plantilla de centros como Madrid MAD4, en San Fernando de Henares (Madrid) ha secundado mayoritariamente varias huelgas programadas en fechas de alto consumo como Black Friday para reclamar un aumento de sus derechos laborales. La empresa con sede en Seattle (EE.UU.) también se enfrenta a otra situación en España. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha concluido recientemente que Amazon realiza labores de operador postal y que debe cumplir con la normativa postal.