En el amor y en la guerra no hay enemigo suficientemente pequeño. Y en las labores humanitarias toda ayuda es poca. Cada vez más se emplean artilugios y aparatos electrónicos para agilizar los rescates tras un desastre. Tecnologías que empiezan a ser herramientas cotidianas en este campo. Ya se utilizan drones desde hace tiempo. Aeronaves no tripuladas que prestan sus capacidades para intentar avistar a supervivientes en una tragedia o para trazar las líneas geoestratégicas delimitando zonas de investigación. En ocasiones emplean georadares y sensores de calor para afinar las búsquedas. Y su uso va a más. Pero, en el futuro, muy probablemente se tenga como compañero de fatigas robots y dispositivos con autonomía. Un grupo de ingenieros mecánicos de la Universidad Johns Hopkins en EE.UU. han desarrollado una serpiente robótica que se mueve con gran rapidez. Como si fuera un animal real, el dispositivo es capaz de subir todo tipo de superficies de una manera ágil y estable. Avances que permitirían, en opinión de sus desarrolladores, ayudar en los rescates, que son situaciones de riesgo en donde hay que ser rápido en la toma de decisiones. Los expertos confían en las habilidades de las máquinas para estos fines. Se espera, de hecho, que los robots algún día puedan ayudar a explorar terrenos inaccesibles, como los escombros acumulados después de un terremoto. Sus creadores se han inspirado, como otras tantas veces a lo largo de la historia de la tecnología, en la propia naturaleza a la ahora de abordar las distintas soluciones que se plantean en la sociedad. «Buscamos inspiración en estas criaturas espeluznantes porque ya son muy hábiles para escalar obstáculos de manera estable en su día a día. Esperemos que nuestro robot pueda aprender a balancearse a través de superficies como una serpiente real», señala en declaraciones a la revista «Royal Society Open Science» Chen Li, profesor asistente de ingeniería mecánica en la Universidad Johns Hopkins y autor principal de la investigación. No es la primera vez que se observa el comportamiento natural de los reptiles para emularlo de manera mecánica. Estudios anteriores habían analizado principalmente los movimientos de serpientes en superficies planas, pero rara vez en terreno abrupto y tridimensional. Los investigadores estudiaron en el laboratorio cómo la serpiente común, cuyo hábitat se encuentra principalmente en desiertos y densos bosques, podía superar obstáculos en forma de escalones. «Estas serpientes tienen que viajar regularmente a través de cantos rodados y árboles caídos: hay mucho que podemos aprender de ellas», añade. Los ingenieros observaron detenidamente las porciones del cuerpo de la serpiente que se retorcían para ganar estabilidad de cara a intentar replicar su comportamiento de manera mecánica. Al margen de la imitación de las habilidades naturales de los animales, en los últimos años también se han producido importantes avances en la integración de tecnología en cuerpos vivos. Una serie de experimentaciones que han llevado a reimaginar a los androides. En ese contexto, un grupo de científicos de la Universidad de Washington han probado a instalar chips en las antenas de los saltamontes diseñados para detectar la presencia de armas biológicas en un conflicto bélico. Insectos robots preparados para múltiples tareas de defensa. El proyecto ha empleado saltamontes de la especie Schistocerca americana. Los investigadores demostraron que las señales del cerebro de un insecto se pueden utilizar directamente para detectar y distinguir vapores químicos utilizados en explosivos. Lo que hicieron fue instalar una serie de microchips para ampliar las señales olfativas de estos insectos y que reciben a través de sus peculiares antenas. Según el estudio, se cree que cada saltamontes tiene más de 50.000 de estas neuronas.
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