Los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son la clave para fomentar la innovación y el crecimiento económico de cualquier país, según el último informe de la OCDE sobre el actual panorama educativo. En España, por suerte, un 26% de los graduados eligen dichas áreas. Se trata de uno de los porcentajes más altos de todos los países que integran la OCDE (la media es del 23 por ciento). Sin embargo, las mujeres se encuentran en peligro de extinción en estas áreas. El organismo ya ha alertado a nuestro país sobre el «fuerte sesgo de género» en los estudios STEM, en los que «las mujeres están infrarrepresentadas», sobre todo en Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) (12% mujeres vs 88% hombres) y en el de Ingeniería, industria y construcción (24% mujeres vs 76% hombres). Tal es la situación que, por ejemplo, la Real Academia de ingeniería puso en marcha en 2016 el proyecto «Mujer e Ingeniería». ¿Qué está pasando para que las jóvenes no quieran ser ingenieras, matemáticas o científicas? «A mí, lo que no me sucedió, es que en mi casa me dijeran que no lo podía hacer», asegura Concepción Monje, investigadora de robótica y profesora en la UC3M en una entrevista con ABC tras participar en la mesa redonda Woman&Innovation en el marco del I nnovation Day de Ericsson celebrado en Madrid el pasado 13 de noviembre. Una cita en la que Monje estuvo acompañada de otras representantes femeninas: Pilar Roch, CEO, Ideas4all Innovation; Stella Medlicott, VP Marketing Ericsson; Paloma Castellano, Directora de Wayra Madrid y María José Jorda, responsable de Digital & Customer Experience de la Fundación Microfinanzas BBVA. CONCHA MONJE - UC3M Las ponentes coincidieron en una idea fundamental para impulsar entre las jóvenes su interés por las áreas STEM: la necesidad de contar con referentes femeninos en la ciencia y en las ingenierías es vital si se quiere atraer más talento femenino. «Quien descubrió el wifi fue una mujer», recuerda Monje. Fue Hedy Lamarr. «¿Qué personajes femeninos como referentes recuerdas haber estudiado en el colegio?», me pregunta. «Hay muchos libros y biografías de mujeres brillantes que se han ocultado. Si eso se hubiera visibilizado, no estaríamos ahora donde estamos», asegura la investigadora de la UC3M. «He ido a charlas en centros educativos donde las madres me han confesado que la orientadora de sus hijas les ha dicho que estudiar ingeniería es cosa de hombres», recuerda Monje. «Ahí está fallando el sistema pero también demuestra que algo no funciona en casa. El hogar es fundamental porque cuando un niño llega al colegio y dice que esto es de niños y esto es de niñas es porque así lo ha aprendido. Es probable que nadie se lo haya dicho con palabras pero el niño usa a los padres como referentes y lo que hagan los progenitores influye en los menores». «He ido a charlas en centros educativos donde las madres me han confesado que la orientadora de sus hijas les ha dicho que estudiar ingeniería es cosa de hombres» Ella, sin duda, no pasó por eso. Su interés por la ciencia y la tecnología fue casual gracias a su padre, profesor de FP, que le regaló un ordenador y un libro de programación que ella misma, por puro interés, quiso descubrir. Ya en el colegio, reconoce, no hizo caso a lo que le decían que debía o no estudiar. «Tenía las cosas claras», asegura. «Aquel ordenador y aquel libro marcaron mi vida. Fue un regalo de mi padre sin intención alguna. Él me proporcionó una herramienta y yo la descubrí», recuerda. Y es que esa es precisamente la clave de todo: «Hay que dejar que cada niño o niña descubra de forma natural qué le gusta y qué destrezas y habilidades tiene por eso que le apasiona. Y hay que dejar que eso lo desarrolle a nivel profesional». Tal y como ejemplificó en el evento de Ericsson, si pones un robot en medio de una clase de niños, todos, sin diferencia de sexo, demuestran el mismo interés. Conseguir modelos de referencia El referente profesional de Monje fue su padre y no su madre, ama de casa. Y es que, nos guste o no, en las familias se heredan esos estereotipos que tanto abundan en la sociedad y que acentúan las diferencias en función del sexo. Por eso, ellas suelen decantarse por carreras científicas relacionadas con las áreas de salud y bienestar, como también recoge el informe de la OCDE. «Hay que romper con eso. Así es como empezará a haber referentes, más mujeres ingenieras, más madres en las STEM. Solo así una niña tomará como referente lo que ve en casa», insiste Monje. Una idea que también compartió Paloma Castellano, quien aseguró que se siguen promoviendo los estereotipos hijos-hijas. Pero el sistema educativo actual «tampoco permite descubrir las habilidades de cada niño. Las aulas no están preparadas para eso y, sin embargo, la tecnología puede ayudarnos en ello», indica. Se trata del aprendizaje adaptativo en el que la Inteligencia Artificial y el «machine learning» son fundamentales. «También hay que permitir que el niño sea creativo y se equivoque. Vivimos en una sociedad que penaliza el fallo. El que es creativo es porque ha fallado mil veces. No se descubre nada a la primera», defiende. Cambiar el sistema educativo y acabar con esa herencia estereotipada son dos claves para empezar el camino que consiga que la mujer tenga tanta presencia como el hombre en un área dominada por el profesional masculino. «Las pocas que somos tenemos que darnos visibilidad», añade la experta. «Porque hay dos problemas -continua-: somos pocas mujeres pero es que, además, de entre ellas, las que se ven, son menos aún. No podemos añadir más problemas a esta realidad». «La desigualdad existe» Pero sí los hay. Y es que además de ser menos, los altos cargos o puestos de responsabilidad que ocupan las mujeres son escasos. En las STEM, la situación es aún peor. «La desigualdad existe», reconoce sin titubear Monje, pero «hay que dar valor a la diferencia, ya no solo por ser hombre o mujer sino por la habilidad de cada uno». Para la experta, la sociedad tiene que cambiar de forma radical en este aspecto. Quizás, opina, igualar las bajas de maternidad y paternidad podría ser una solución. Intenta ponerse en la piel del empresario pero indica que «si todos fuéramos iguales, no habríamos evolucionado como sociedad. Y no sólo puedes rechazar a una mujer porque vaya a ser madre. Somos igual de valiosas e igual de capaces que ellos. Y encima parimos». Un ejemplo de innovación democrática es el que ofreció Pilar Roch en el evento: «Lo que hacemos es abrir el proceso a la innovación a todo el personal de la empresa, basándonos en la transparencia y en términos democráticos». De hecho, «los equipos que más éxito tienen en innovación son los más diversos», aseguró María José Jorda, ya que el trabajo entre ellos y ellas es muy importante porque los hombres y las mujeres ven el mundo de diferente forma. Y eso es muy enriquecedor.
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