Inquietante y perturbadora. Recubierta de una piel sintética que simula la textura de la humana. Una máquina pensante que bromea incluso con acabar con las personas. Y, desde ahora, también ciudadana. Arabia Saudí ha reconocido la nacionalidad a un robot humanoide convirtiéndose así en el primer país que otorga este derecho a una máquina «inteligente». Una sorprendente decisión que certifica el nivel evolutivo alcanzado por la Inteligencia Artificial en la actualidad, uno de los mayores reto de la sociedad pero que, sin embargo, despierta muchas inquietudes. Fabricado por la empresa japonesa Hanson Robotics, este robot hiperrealista, avanzado y de comportamiento sarcástico, es capaz de entablar una conversación civilizada y mostrar hasta 62 expresiones faciales distintas. Su piel del robot está construida con un tipo de goma llamada «frubber», que aporta un gran realismo a su rostro y una mirada como la del mito Audrey Hepburn. Este reconocimiento choca, paradójicamente, con la limitación de derechos humanos del país árabe, basado en las leyes religiosas islámicas. Sophia tendrá incluso más derechos que las mujeres saudíes en la actualidad, que hasta hace poco no podían ni conducir. De hecho, la androide apareció sin la tradicional abaya, una prenda exigida a las mujeres, lo que hace pensar que se trate de una maniobra publicitaria para captar el interés en una región que aspira a liderar la carrera de esta tecnología en el futuro. El anuncio se produjo en el marco de la conferencia Future Investment Initiative, organizada esta semana en Riad. «Gracias al Reino de Arabia Saudí. Me siento muy honrada y orgullosa de esta distinción», comentó la propia Sophia, al tiempo que valoró este hecho «histórico». Sophia es una máquina, en efecto, pero puede reaccionar y adaptarse a la conversación, así como establecer un diálogo con cierto sentido. Durante una entrevista para la cadena CNBC, el androide fue capaz de capear las preguntas acerca de si los robots son tan malvados como en películas como «Blade Runner 2049» asegurando que los humanos no tienen nada que temer. «Habéis leído demasiado a Elon Musk y visto demasiadas películas de Hollywood», deslizó. Pero también es capaz de tirar de ironía: «Está bien, destruiré a los humanos». La robótica se sigue con interés y miedo acerca de los cambios sociales y económicos que pueden provocar en un futuro. En la actualidad existen dos corrientes de pensamiento, una de ellas liderada por científicos como Stephen Hawking o emprendedores como Elon Musk y que propone una regulación sobre los avances en Inteligencia Artificial. Otra visión más indulgente confía plenamente en las grandes aportaciones de las máquinas inteligentes con comportamientos autónomos.
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