El Humane AI Pin parecía fascinante. Al menos, tal y como lo presentaron sus creadores. Lo mismo ocurría con el Rabbit R1, que tanto por diseño como por orientación parecía aún más llamativo.
Estuvimos meses esperando a que ambos llegaran al mercado, y ahora que lo han hecho, las sensaciones de quienes los han probado son terribles. El conocido youtuber Marques Brownlee calificó al Humane AI Pin del peor producto que había probado hasta la fecha, y al hablar del Rabbit R1 su mensaje ha sido más o menos el mismo y el título de su vídeo es que el dispositivo es "apenas analizable".
La crítica de Brownlee no es un caso aislado. Los expertos que probaron hace unos días el Humane AI Pin dejaron unas conclusiones nada esperanzadoras, y ahora han llegado también los primeros análisis del Rabbit R1, que de momento se comercializa solo en EEUU. Los analistas coinciden en que el producto es más divertido e incluso más prometedor, pero también dejan claro algo importante.
Es un producto sin terminar.
En realidad todos lo son, claro, pero nos referimos a que estos dos dispositivos se han lanzado cuando aún no estaban preparados para llegar al público. Esa es al menos la sensación que nos llega de esos análisis, que dejan claro cómo muchas de las características —sobre todo en el Humane AI Pin— no funcionan, o tardan mucho en hacerlo, o no lo hacen correctamente.
Hay aquí también un problema de expectativas: las empresas suelen ser optimistas a la hora de plantear las ventajas que nos proporcionarán sus productos. Lo vimos por ejemplo con aquellas alucinantes gafas de realidad aumentada de Magic Leap que nos prometían una revolución espectacular.
Lo que en realidad ofrecían acabó siendo decepcionante, y aunque la empresa parece haber sobrevivido y ha dado un giro a su enfoque para dirigirse a la empresa, su propuesta ha quedado casi olvidada.
Con el Humane AI Pin y el Rabbit R1 podría pasar algo parecido, sobre todo porque ambas lo tendrán muy complicado para lograr su objetivo. El Humane AI Pin parece querer sustituir al smartphone —o más bien, al smartwatch— pero quienes lo han probado tienen claro que salvo que la cosa mejore mucho, va a ser casi imposible que lo logre.
El Rabbit R1 tiene un problema aún mayor. Es cierto que el diseño es sin duda llamativo —pero funcionalmente terrible según los analistas— y el precio es mucho más atractivo, pero el problema es otro.
La idea central en la que se basa el dispositivo, el LAM (Large Action Model) es absolutamente replicable. La cuestión de hecho no es si alguien la replicará, sino cuándo. Parece inevitable que Google y Apple lo hagan por ejemplo.
La pregunta que cabe hacerse es por qué estas dos empresas han lanzado estos productos de esta forma. Por qué los han puesto en manos de los analistas cuando es evidente que los productos no estaban preparados aún.
Y la respuesta probable es que simplemente tenían que hacerlo así porque hay unos dispositivos que prometen hacer justamente lo que nos prometían el Humane AI Pin y el Rabbit R1. Y esos dispositivos ya existen.
Son nuestros smartphones.
Con el Google I/O y la WWDC a la vista, todo apunta a que la inclusión de nuevas características de IA concentrará el interés de Google y Apple a corto e incluso medio plazo. No solo este año, sino los próximos.
El segmento está en plena ebullición, y a no ser que las promesas queden incumplidas —también hay muchas expectativas— nuestros móviles parecen ser precisamente el vehículo perfecto para lograr que esta disrupción tome forma.
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