La inteligencia artificial generativa (IA) quiere cambiarte la vida. O, al menos, hacértela lo más sencilla posible. Actualmente, recorriendo a alguna de las muchas soluciones de este tipo que pululan por la red, es posible organizar un viaje en cuestión de segundos o crear ilustraciones bastante logradas a partir, simplemente, de un puñado de palabras. Evidentemente, su empleo también permite optimizar tu trabajo y aligerarlo . Pero, ¿qué pasa cuando el usuario no quiere que sus datos sean revisados por los desarrolladores detrás de la herramienta? ¿Y si esa información, además, es especialmente delicada? Pues, al menos en esos casos, recurrir a soluciones gratuitas seguramente no es lo ideal. Y eso, evidentemente, afecta a ChatGPT . La máquina conversacional, capaz de responder casi cualquier pregunta del usuario, ha encabezado la gran explosión de la inteligencia artificial generativa. En apenas un año ha conseguido estabilizarse en los 100 millones de usuarios mensuales. Y en España también va acrecentando su popularidad. Fue empleada por 4 millones de personas el pasado octubre, de acuerdo con un reciente estudio de GfK DAM, firma dedicada a la medición del consumo digital en el país. Noticias Relacionadas estandar No La Inteligencia Artificial diseñará tus próximas vacaciones Rodrigo Alonso estandar Si La empresa de ChatGPT renuncia definitivamente a su espíritu benéfico para lucrarse con la IA Rodrigo Alonso Ahora bien, no ChatGPT no es, ni mucho menos, la mejor solución a la que puede recurrir el empleado o la empresa para agilizar el trabajo. Especialmente, si la versión que se emplea no es la empresarial y se apuesta, simplemente, por la regular y gratuita o para la Plus, que tiene un coste de 20 euros mensuales. ¿La razón? Los datos compartidos en su interior son empleados para entrenar al propio sistema conversacional y, además, son susceptibles de ser revisados por humanos. Por lo tanto, el riesgo de que tu información privada o la de tu empresa quede a disposición de terceros está ahí. La gran empresa lo sabe. La pasada primavera, firmas como Samsung o Apple, entre muchas otras, prohibieron a sus empleados utilizar la solución estrella de OpenAI . Y no solo por temas de privacidad, también por los grandes errores que comete. Ya hay trabajadores a los que esos fallos les ha costado disgustos serios. Más allá de la versión gratuita de ChatGPT, OpenAI pone su tecnología a disposición de terceros para que puedan prepararla, en base a sus propios datos, para el negocio. Pero la startup dirigida por Sam Altman no es, ni mucho menos, la única. Amazon, por ejemplo, acaba de presentar Q , una nueva solución de IA generativa similar a ChatGPT, pero eso sí, destinada en concreto a su uso en el entorno empresarial. No se trata, por tanto, de una herramienta que vaya a poder utilizar cualquiera. Lo mismo ocurre con Copilot , de Microsoft. La herramienta de la empresa capitaneada por Satya Nadella te permite usar inteligencia artificial generativa en las soluciones de Office. También se puede capacitar con la información de la compañía. Ahora bien, si quieres utilizarlo en España, vas a tener que esperar, mínimo, hasta 2024. IBM también tiene su propia solución adaptada a las empresas: watson X. La plataforma lleva disponible desde el pasado julio, y permite, entre otras cosas que la empresa que lo quiera pueda utilizarlo para crear su propio robot conversacional. Y, evidentemente, también puede ser capacitado con los datos de la firma de turno. «En un nivel empresa, las posibilidades que nos da la IA generativa para la automatización, la comprensión del contenido y la generación de hipótesis, la simulación de escenarios posibles o la atención al cliente es muy grandes», explica en conversación con ABC Juan Bernabé-Moreno, director de la división de investigación de IBM para Europa, Reino Unido e Irlanda. «Si uno puede confiar en sus modelos fundacionales que aprenden de la empresa, que puedes entender y explotar, todo cambia. Lo que hacías antes con mucho esfuerzo, resulta mucho más sencillo», remarca el experto. La clave de este tipo de plataformas, entrenadas con los propios datos de la empresa, es que ofrecen unos resultados más confiables y aplicables al negocio. Porque, como hemos dicho, no han sido previamente capacitadas con ingentes cantidades de información procedentes de todo tipo de rincones de internet, que es, precisamente, lo que ocurre con muchas herramientas de IA generativa disponibles en la red. Con todo, el humano debe seguir teniendo capacidad crítica y mirando bien todo lo que ofrece un sistema de este tipo, porque el riesgo de que pueda cometer un error sigue existiendo. «Tú al final necesitas que una IA generativa sea creativa. Si la limitas demasiado, la utilidad decae. Es muy importante entender el ámbito en el que se producen las alucinaciones y entender tus datos», señala Bernabé Moreno. Para ayudar a las empresas con esta misión, IBM anunció hace unas semanas la próxima llegada a su plataforma de watsonx.governance. La solución, que estará disponible desde inicios de diciembre, está destinada, entre otras cosas, a ayudar los usuarios puedan gestionar mejor el riesgo de que sus sistemas de IA cometan algún error y conseguir que los resultados tengan una mejor explicabilidad.
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