Casi todas las revoluciones tienen fecha definida. Es el caso de ChatGPT que inició su particular andadura hoy hace un año, el 30 de noviembre de 2022. Lo que no imaginábamos era lo que este chatbot acabaría desatando. Estos 365 días han sido frenéticos, sorprendentes, inquietantes y hasta mágicos. Parecen ser, eso sí, tan solo el principio de una disrupción absoluta en nuestro mundo. No está de más repasar cómo se ha gestado, así que desde Xataka hemos querido repasar todo lo que ha pasado alrededor de ChatGPT en estos últimos 12 meses.
Crecimiento alucinante. La popularidad de este chatbot se disparó nada más nacer. En enero, dos meses después, ya se habían alcanzado los 100 millones de usuarios mensuales activos, y cerca de 13 millones de usuarios únicos lo usaban cada día. Ni TikTok, ni Instagram: ChatGPT se convertía en la plataforma de internet con mayor crecimiento de toda la historia. Hace unos días Sam Altman indicaba que ChatGPT tiene 100 millones de usuarios activos... cada semana.
Nos gusta encanta conversar. Una parte importante del éxito de ChatGPT fue el acierto con el que OpenAI desarrolló su interfaz conversacional. DALL-E no logró el impacto inicial que sí logró ChatGPT —ahí Midjourney le ganó la partida junto a Stable Diffusion —, y esa forma de usarlo, con una simple conversación, hizo que aprovecharlo se convirtiese en algo natural para los usuarios. Es algo similar a lo que consiguió Apple con la interfa gráfica de usuario de sus Macintosh: acercar la tecnología al usuario final y hacerla accesible es ingrediente crítico para su éxito.
Una absoluta revolución . Son muchas las personalidades que han reconocido que ChatGPT y el resto de modelos de IA generativa suponen una verdadera revolución para nuestro mundo. Una que a menudo se compara con el PC, internet o el smartphone. Bill Gates, cofundador de Microsoft, cree que estamos ante nuestra segunda gran revolución tecnológica —la primera fue la interfaz gráfica de usuario— y afirma que "la era de la IA ha comenzado".
Evolución frenética. En estos 12 meses hemos visto como tanto ChatGPT como el resto de modelos de IA generativa —y otros proyectos en otros campos de la IA— han avanzado de forma notable. OpenIA lanzó GPT-4 llegó en marzo, Google presentó PaLM 2 en mayo y por ejemplo Midjourney ha tenido una primera mitad de año con mejoras constantes —con el permiso de DALL-E 3—.
Rivales por doquier. Otros rivales de ChatGPT —con especial atención a Claude en el mercado comercial y a Llama 2 en el Open Source— también han demostrado su creciente capacidad. OpenAI ha sido muy ambiciosa, primero con su despliegue de plugins y más tarde con sus sustitutos, los prometedores (pero aún de incierto éxito) GPTs y su correspondiente tienda a lo App Store. Los competidores Open Source, aunque poco populares fuera del ámbito académico o de entusiastas, están logrando también avanzar a ritmos llamativos que los ponen al nivel de GPT 3-5 o GPT-4 en diversas métricas según un estudio reciente. La investigación y desarrollo de este campo sigue siendo asombrosa, y hay una verdadera explosión de conocimiento que favorece e impulsa esas mejoras.
Pero también una potencial amenaza. Otro de los debates recurrentes ha sido el que ha perfilado la IA y su desarrollo como una potencial amenaza para la humanidad. Expertos como Geoffrey Hinton dimitieron de Google lanzando ese mensaje, . Hasta Sam Altman, cofundador y CEO de OpenAI, reconocía que podía haber riesgos en el desarrollo de una inteligencia artificial general, un proyecto que consideraba "el más importante de la historia de la humanidad". Otros grandes expertos aseguran que dicha amenaza es "absurdamente ridícula", pero el mensaje sigue siendo difundido y compartido incluso por quienes trabajan en el desarrollo de potentes modelos de IA. Las preguntas son claras: ¿estamos yendo demasiado rápido? ¿Qué podemos hacer para que la IA no se nos vaya de las manos?
La carta que Elon firmó (para ganar tiempo). Precisamente esos miedos hicieron que a finales de marzo se publicara una carta abierta pidiendo que las empresas pausasen inmediatamente y durante seis meses el entrenamiento de sistemas de IA más potentes que GPT-4. Entre los firmantes estaba Elon Musk, que manifestaba su aparente preocupación. Puede que fuera real, pero mientras tanto Musk comenzó a poner en marcha su propio proyecto para rivalizar con ChatGPT. El resultado es Grok, un chatbot sarcástico que por ahora no parece plantar cara a los grandes referentes del mercado.
Regulación en el aire. Esa preocupación, como la de la amenaza para la privacidad, ha derivado en la necesidad de regular el desarrollo de modelos de inteligencia artificial. Incluso Sam Altman defendía dicha necesidad, aunque probablemente lo hiciera por su propio interés. Gobiernos de todo el mundo han tratado de avanzar en este ámbito, pero los esfuerzos son dispares y a menudo contrarios. La Unión Europea es la que más ha avanzado con su AI Act, pero dicha iniciativa, dividida en capas, parece especialmente restrictiva. Hoy por hoy una cosa parece cierta: no hay cortapisas para quienes desarrollan estos modelos.
Copyright. ChatGPT funciona —como otros modelos de IA generativa— gracias a un entrenamiento previo enormemente intensivo en potencia de cálculo y en cantidad de datos necesarios para el proceso. La pregunta, claro, es de dónde vienen esos datos y si hay violación del copyright. Ni OpenAi ,ni Google, ni ninguna otra empresa es especialmente transparente —más bien lo contrario— en este sentido, y eso ha generado enormes polémicas por parte de escritores y artistas y, cómo no, demandas diversas. Ha habido proyectos que tratan de aliviar el problema y etiquetar con marcas de agua las creaciones de IA, pero el problema sigue presente. Lo malo es que diferenciar los textos o imágenes generados por una IA de los creados por seres humanos es cada vez más difícil —ni OpenAI lo logra— y todo apunta a que acabará siendo prácticamente imposible.
No te fíes de los chatbots. ChatGPT planteó desde el principio una potencial amenaza para Google y su buscador —¿recordáis el "código rojo"?—, y Microsoft pronto lo integró en Bing para aprovechar esa inercia. Google contraatacó con Bard pero de momento su impacto parece haber sido menor al esperado. Puede que la razón sea simple: las respuestas que dan estos motores, como las que ofrecen ChatGPT y sus rivales —los mismos que Google afirma que "nos pueden eclipsar"—, no son fiables. A pesar de la seguridad y aparente coherencia con la contestan a nuestras preguntas, cometen errores, inventan datos sin que les tiemble el pulso y "alucinan" y desvarían. Por no decir que no saben guardar secretos.
Las máquinas que nos robarán nuestros trabajos. ChatGPT también ha dejado claro que con esta y otras plataformas es posible resolver nuestro trabajo de forma más eficiente. Eso lo descubrieron primero los expertos del ámbito educativo y económico: los deberes tradicionales parecen no tener sentido a corto plazo, y el uso de ChatGPT para hacer trabajos de clase es muy popular. El impacto en el mundo del empleo puede ser potencialmente enorme, y ya hay ejemplos de cómo ChatGPT o Midjourney han afectado a varias industrias pero también han generado nuevos puestos de trabajo, como el de prompt engineer.
Los grandes ganadores. Es curioso, pero la empresa que más ha ganado con el lanzamiento de ChatGPT no es su creadora, OpenAI, o Microsoft, su gran aliada, sino NVIDIA. Sus tarjetas gráficas profesionales son cruciales para entrenar de forma rápida estos modelos de IA generativa, y gracias a ello y a una demanda demencial la empresa se ha convertido —además de un arma en la guerra comercial contra China— en la absoluta triunfadora de 2023, al menos en el terreno económico. Alrededor de este fenómeno, eso sí, se ha gestado toda una nueva industria con startups y grandes empresas que tratan de aprovechar la oportunidad lanzando servicios propios o que —en muchos casos— aprovechan los modelos existentes para que los usuarios los disfruten en cómodos y caros plazos mensuales.
Hay también perdedores. En este tiempo también hemos tenido sorpresas negativas, y probablemente la más destacada ha sido la de Apple, que sigue desaparecida de este mapa. Fuentes cercanas a la empresa afirman que está tratando de corregir su potencial mayor error en años a base de dinero, pero el tiempo dirá si pueden o no recuperar el terreno perdido. Amazon, que no acababa de decidir cómo atacar a este mercado, quiso primero posicionarse como aliada neutral de todos, pero estos días ha confirmado su propia propuesta, de momento empresarial, con su chatbot Q.
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