Una crisis (palabra derivada del griego κρισις y que significa «separar» y «decidir») es un cruce de caminos en el que se entrelazan peligros y oportunidades. Tras cerca de tres semanas confinados en casa y tele-trabajando hemos podido ya aprender las mejores practicas internacionales para la gestión temprana de la pandemia y la organización del trabajo en remoto. En todas ellas la tecnología y la digitalización han sido claves. Fruto de la gestión de esta crisis, son muchos los sectores –desde la sanidad, la educación a la industria- que ya identifican cómo la tecnología podría haberles ayudado mucho más de haber estado preparados digitalmente hablando y si hubiesen dispuesto de servicios cloud u otros. No son pocas tampoco las compañías y organizaciones que han tenido que activar con urgencia sus procesos de digitalización para hacer frente a la crisis y el nuevo panorama. El sector de la educación es en este sentido el más paradigmático y el que a mayor velocidad se está transformando y lo hará tan solo a la vuelta del verano con el crecimiento exponencial de la formación online. El brutal desafío a nuestros sistemas y modelos de organización social e industrial que nos está planteando la crisis del Coronavirus nos va a abrir nuevas ventanas de oportunidad a una industria y sociedad 5.0. Esto no es una ficción sino un modelo ya anticipado en Japón por su gobierno y que explica perfectamente por qué este país estaba preparado para este crisis y ha sabido gestionarla de manera excelente. Este modelo de Sociedad e Industria 5.0 se basa en dos aspectos: por un parte, la acumulación de datos masivos en tiempo real procedentes de todos los sectores y, por otra, una cultura «monozukuri» de excelencia y hábitos de «lean manufacturing». El espejo para Europa tras el Covid-19 es el modelo japonés de Sociedad 5.0. Las soluciones y oportunidades que se abren para la digitalización en el horizonte post-crisis se pueden agrupar en este sentido en cuatro ámbitos: salud, movilidad, infraestructuras y FinTech. A nivel de salud, la aplicación del big data a los datos médicos de detección, chequeo y tratamiento ha demostrado que permite tratamientos efectivos como hemos visto de manera palmaria. Nuestros hospitales deberían dotarse de robots móviles autónomos para la desinfección de las zonas quirúrgicas y UCI así como para el traslado de la medicación a las habitaciones evitando el contacto físico con los enfermos y sirviendo de apoyo a las enfermeras. Por último, se debería incorporar la atención médica en remoto para la comunicación entre profesionales y pacientes. La movilidad y la logística también se verán afectadas tras el coronavius. Disponemos ya de la tecnología para entregar todo tipo de productos a las puertas de cualquier persona en cuarentena o no. En el caso del post-Covid19, esto va a significar la automatización de muchos sistemas a escala, mediante drones y vehículos de guiado automático. En este sentido, la robotización de los procesos logísticos debería ser otra apuesta urgente para la digitalización de nuestra industria manufacturera en la agenda de los directivos de las compañías. Las infraestructuras son otra área de oportunidad. El internet de las cosas junto con la inteligencia artificial y la robótica nos ayudarán a la inspección, mantenimiento y control de los espacios públicos y las infraestructuras. Deberíamos aprender estas lecciones para tener escenarios preparados en los que las estrategias de control del movimiento de las personas sean plenamente eficaces. Por último, el dinero físico ha operado como una de las vías más importante de transmisión del virus. El uso del blockchain para las transferencias económicas es otra ventana de oportunidad, además de su uso en otras áreas como la logística (si disponemos de transacciones con blockchain no volveros a tener más casos de timo a propósito de test rápidos de detección de virus. Estos escenarios no son una distopía. Son rutas que en esta crisis podemos o no elegir y desarrollar con visión y consistencia. No olvidemos que el proceso de transformación digital post-coronavirus no hará sino acelerar la importancia de las tecnologías habilitadores de la industria 4.0 (pronto ya en un modelo 5.0) cuyo habilitador estratégico es el talento digital. Si no cultivamos ambos aspectos (tecnología y talento) la próxima crisis vírica nos volverá a golpear con la misma o mayor virulencia, acrecentando nuestra brecha económica y de fallecidos respecto a los mejores. Roberto Ranz es director de ASTI Talent Tech Foundation
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