Humanoides, exoesqueletos, ingenios electrónicos... En los últimos años, el afán por llevar la tecnología a todos los procesos industriales, dejando en un segundo plano la mano de obra humana, ha pisado el acelerador. Las máquinas empiezan a tomar las riendas del futuro empresarial y los expertos en la materia ahora se empeñan en transmitir el mensaje de que vienen a colaborar y no a sustituir, a pesar de que muchos estudios apuntan a la pérdida masiva de empleo como consecuencia directa. De hecho, su influencia llega tan lejos que en Japón ya se plantean presentar como c andidato a la alcadía de un distrito de Tokio a un robot para acabar con la corrupción. La tercera edición de Global Robot Expo en Feria de Madrid (Ifema), lugar en el que se citan hasta el viernes empresas y expertos del sector, es una oportunidad para conocer de primera mano el impacto real de la robótica en la economía mundial. En los próximos años, las firmas presentes en este evento están llamadas a liderar esta industria que afecta a todas las demás, ya que la mecanización de los procesos industriales lleva décadas involucrándose en los procesos productivos. «Va a más», recalca Alexandre Saldes, de Pal Robotics, quien asegura que el mercado español está «apostando por la automatización». Además de reducir costes, los robots industriales prometen que no sustituirán a los empleados, sino tan solo ciertos trabajos. Entre sus virtudes, los expertos destacan la posibilidad de «mejorar la ergonomía» de los trabajadores o la realización de tareas que el operario «no quiere hacer» como, por ejemplo, el control inventario o funciones repetitivas propias de una fábrica. «Evidentemente, hay tareas que se van a suprimir, pero serán las de bajo valor», aseguran. «Este tipo de robots son colaborativos y están diseñados para realizar operaciones muy repetitivas y que pueden ocasionar una lesión al empleado, sugiere Juan Fernández, de Robotplus. «Muchas labores son de carga, lo que puede generar un problema físico. Estas máquinas están preparadas para sustituir las operaciones muy repetitivas y que no sean ergonómicas, para que las personas podamos utilizar la parte cognitiva», apostilla. El miedo creciente entre los trabajadores sobre el futuro intrusismo laboral tecnológico se va extendiendo como la pólvora ante el empuje de la Cuarta Revolución Industrial. Pero la idea es tomar conciencia de que estas máquinas van a dejar de estar encerradas y van a empezar a convivir de manera regular en las plantillas, como un compañero más. De momento, los compañeros robots son fáciles de manejar, colaborativos, seguros e incluso más amables, afirman. Los siguientes capítulos están aún por escribir.
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