Los ensayos clínicos de Neuralink pronto comenzarán en seres humanos. La empresa lo anunciaba recientemente, y aunque dicho proceso será largo —se estiman seis años— es un paso decisivo para el avance de su tecnología BCI (Brain-Computer Interface). Lo importante de este proyecto no es que pueda ayudar a pacientes con algún tipo de parálisis: el objetivo final de Musk es en realidad otro muy distinto.
"Simbiosis con la IA". El magnate lleva años dejando claro que en realidad lo que quiere conseguir con Neuralink es "lograr la simbiosis con la inteligencia artificial" y "fusionar" a los humanos con la IA. Para él el riesgo de que la aparición de una inteligencia artificial general es real, pero graccias a los implantes de Neuralink los humanos no "se quedarán atrás" y no serán "mascotas" de las máquinas.
Hay más BCI en desarrollo. En estos últimos años y también meses hemos visto cómo son varios los avances destacables en este campo. El gobierno de los Estados Unidos está trabajando en su propia solución, Meta también está en ello y varios avances en interfaces cerebro-máquina han logrado resultados prometedores a la hora de "leer la mente" de los pacientes. Pacientes de ELA y también pacientes con otros tipos de parálisis han logrado comunicarse o mejorar su condición con este tipo de soluciones.
No es necesario taladrar el cerebro. Aunque la solución de Neuralink es especialmente invasiva, hay proyectos que aprovechan otro tipo de solución: la empresa Synchron lleva años trabajando en una endoprótesis que se introduce en un vaso sanguíneo en la corteza motora del cerebro. Una vez allí ese elemento se despliega como una flor y sus sensores captan las señales de las neuronas. Esto ya ha permitido a varios paralíticos tuitear y enviar mensajes de texto con sus pensamientos.
Ancho de banda. Según comentario s de un exingeniero de Neuralink a Vox, la empresa trabajó en esa aproximación al problema, pero la descartaron al poco tiempo. ¿La razón? El ancho debanda. Musk lleva años indiciendo en ello, y ya en 2017 indicó que "una interfaz de gran ancho de banda con el cerebro será algo que ayude a lograr una simbiosis entre la inteligencia humana y la de las máquinas y quizá resuelva el problema del control y el de la utilidad". Con la solución que por ejemplo desarrolla Synchron el ancho de banda al que aspiraba Musk no era suficientemente grande.
Hay otras opciones. Hay otras empresas como Precision que han demostrado otras opciones: tienen una delgada película que cubre la superficie del cerebro con 1.024 electrodos —los mismos que el implante de Neuralink— y que ofrece señales similares. No penetra en el cerebro y ya ha sido implantada en algunos pacientes con aparente éxito. Ben Rapoport, neurocirujano que dejó Neuralink para fundar precisamente esta empresa, cree que se puede crear un BCI de alta fidelidad "sin dañar el cerebro".
Riesgos éticos. Para Rapoport, Neuralink no parece demasiado interesada en investigar alternativas menos invasivas, y aquí los riesgos de privacidad o integridad mental generados por su solución no han sido aclarados por la empresa de Elon Musk. Según este neurocirujano, no hay razones claras para seguir insistiendo en esos implantes tan invasivos, y afirma que "no sería ético utilizar una tecnología más invasiva si se puede conseguir el mismo rendimiento con métodos menos invasivos".
Brainjacking. Y además hay otros riesgos de futuro. Si estos implantes de Neuralink acaban funcionando, debemos ir preparando una regulación para evitar malos usos de la tecnología. Con dichos implantes se plantean posibilidades distópicas que permitirían a los gobiernos escanear nuestras ondas cerebrales —China ya parece estar haciéndolo—, pero también ofrecerían a futuros hackers la posibilidad de "hackear" nuestros cerebros, lo que los expertos en neuroética llaman 'brainjacking'.
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En Xataka | Elon Musk contra el cerebro: qué hay de nuevo y qué no en los avances que ha presentado Neuralink
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