El sector educativo es la sexta industria en cuanto a potencial de disrupción digital. Es decir, se encuentra situado en un nivel medio de impacto de la digitalización, lo cuál demuestra su importancia al mismo tiempo que se evidencia el largo camino que aún queda por recorrer. En nuestras manos está la posibilidad de que la mochila digital se imponga sobre aquella que pesa demasiado y pasa factura a la espalda; que los deberes a punta de lápiz y bolígrafos sean ya historia y los alumnos hagan sus ejercicios en sistemas de machine learning, que aprendan a programar robots, a diseñar e imprimir en 3D y no solo en papel. La Fundación Orange ha presentado este martes el estudio «La transformación digital del sector educación», un amplio informe que más allá de la idea de que las nuevas tecnologías permitan aprender más y mejor. «Se trata de que estas herramientas animen y estimulen a avanzar en el proceso de aprendizaje, gracias a los procesos de personalización de la enseñanza y a la mejora de la comunicación entre los participantes en este sistema», apunta Manuel Gimeno, Director General Fundación Orange. Para ello es fundamental eliminar las barreras que impiden aún la transformación digital del sector. La resistencia al cambio por parte de los formadores así como su falta de conocimientos en temas digitales son algunas de ellas. Pero no las únicas. La coexistencia del sector privado y público, la falta de recursos así como de un responsable de innovación educativa, la escasez de contenidos multimedia, o la privacidad y protección de menores, también influyen en la tecnología aplicada a la educación. La explosión en el número de innovaciones educativas y la falta de evidencia en los últimos años tampoco ha contribuido para bien el sector. Según el informe, con demasiada frecuencia, la incorporación de estas tecnologías ha podido ser exagerada y hecha sin demasiado sentido ya que se ha priorizado «el qué» sobre el «para qué». A pesar de ello, la educación no se frena en su proceso de digitalización. El mercado global del e-Learning sigue mostrando fuertes ritmos de crecimiento, que se estiman a una tasa anual del 7,9% entre 2012 y 2016 hasta alcanzar los 51.500 millones de dólares (46.116 millones de euros) en 2016. De hecho, durante 2015 la oferta global de MOOC (Curso Online Masivo en Abierto) se incrementó en 1.800, con lo que el total de cursos de este tipo desarrollados desde finales de 2011 asciende a 4.200. Europa Occidental es, con Norteamérica y con Asia, uno de los tres principales mercados de e-Learning del mundo, en parte debido al creciente número de pymes. El aprendizaje electrónico generó 6.089 millones de euros en ingresos durante 2013. Este año, esa cifra se ha elevado a los 7.200 millones. Según el informe, en un año, la aplicación del concepto del BYOD («trae tu propio dispositivo» al aula, del inglés «bring your own device»), de las analíticas de aprendizaje y del aprendizaje adaptativo protagonizarán el principal impacto en la enseñanza universitaria. A medio plazo (dos o tres años), la realidad aumentada y la realidad virtual junto con los «makerspaces» (espacios para trabajar, compartir recursos y conocimientos) estarán integrados también entre los universitarios, mientras que la informática emocional y la robótica formarán parte de los centros universitarios más adelante (cinco años). En el caso de la enseñanza primaria, la aplicación del concepto del BYOD («Trae tu propio dispositivo», en inglés) y de los «makerspaces» es el principal impacto estimado a corto plazo de la tecnología, facilitando la enseñanza móvil y la aparición de entornos en los que la educación se basa en que los alumnos creen y hagan. A medio plazo, la impresión 3D y las tecnologías de aprendizaje adaptativo estarán integradas en ese nivel de enseñanza, mientras que las tecnologías «wearables» y las identificaciones digitales lo harán en cinco años. El principal eje de la transformación digital en la educación es la nube, ya que el sector es cada vez más dependiente de las actividades a distancia. Así, el segundo es el «mobile». El fenómeno de la movilidad y de la disponibilidad y uso de las tecnologías móviles es ya una tendencia universal. El número de dispositivos móviles crece de manera continua. Además, la banda ancha móvil facilita la comunicación. La mochila digital, las tabletas en la aulas o las aplicaciones interactivas son ejemplo de ello. El tercer eje del cambio viene de la mano del denominado «Internet de las Cosas» (IoT, por sus siglas en inglés). La incorporación de inteligencia a los objetos supone una importante fuente de transformación digital. Los dispositivos «wearables», la impresión en 3D, la robótica y la realidad virtual son ejemplo de ello. Las redes sociales educativas y la economía colaborativa constituye en cuarto eje de la transformación digital. «La principal transformación del sector educativo se habrá dado cuando se enseñe al niño a pensar; cuando reduzca la brecha existente entre ese sistema y el mercado laboral; cuando además de hablar de habilidades digitales, éstas se adopten al mismo tiempo que se desarrollan otro tipo de habilidades, más transversales, pero a su vez de suma importancia a la hora de ejercitar las primeras; cuando la formación se entienda como una actividad continua y para siempre; cuando permita a los estudiantes tener éxito no solo en la escuela, sino también en la vida. Cuando equilibre el hoy y el mañana», asegura Manuel Gimeno.
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