En plena Gran Depresión, un robot que pudiera hacer la labor de un empleado de forma más rápida y eficaz no era muy bien visto en una parte de la sociedad americana. ¿Os suena la situación? En pleno siglo XXI la historia es similar en algunos ámbitos, pero ya con el robot ampliamente integrado en la cadena laboral. De hecho, en 2013 fue el año que más robots industriales se vendieron y en China, una de las economías productoras más importantes del mundo, el número de robots trabajadores se incrementó un 42% de 2011 a 2012.
Con ese punto de partida podemos entender de forma más clara el por qué del escándalo que el robot Alpha causó en los medios en 1932 cuando acaparó las portadas por haber disparado a su creador. El tema era perfecto para defenderse de la invasión de la tecnología y los robots en el ámbito laboral y la economía mundial.
Un accidente en el peor momento para los robots
Durante un tiempo, Alpha fue el robot humanoide que, además de fumar y contestar preguntas que le hacíamos, un día se levantó de su asiento y disparó a bocajarro a su creador. La situación era perfecta para que quienes estaban en contra de la tecnología y especialmente de los primeros robots que se empezaban a conocer, se echaran las manos a la cabeza alertando de que la tecnología creada por el hombre se había vuelto contra él como se temía. E iría a más. Pero no fue eso exactamente lo que pasó.
El inventor disparado por su creación se llamaba Harry May, británico y que estaba dispuesto a mostrar al mundo cómo su robot Alpha era capaz de disparar una pistola. El robot, un humanoide tosco y con ciertos toques femeninos en su apariencia, era capaz de hacer que fumaba, contestar preguntas que se le hacían (grabadas de antemano, claro) y lo más espectacular: disparar una pistola.
En aquel momento y pese a su apariencia, Alpha era todo un logro en el campo de la robótica y símbolo de lo que la tecnología podía ofrecer.
En la prueba, el robot estaba sentado en una silla y debía disparar una pistola a la orden de su creador gracias a que su control era inalámbrico. Sin embargo, algo no previsto ocurrió: el robot se levantó mientras colocaban la diana al otro lado de la habitación y pese a las órdenes a viva voz de May para que depusiera el arma, disparó la pistola contra su creador. Esa fue la versión que salió publicada en la mayoría de periódicos de EEUU, avivando el fuego contra la tecnología y la robótica en unos tiempos complicados para el trabajo.
Según los periódicos, May alzó la mano frente a su cara para protegerse y "detuvo" con ella la bala disparada por el robot. En realidad la herida de su mano se debió a un accidente que ocurrió con la pistola mientras la colocaba en la mano del robot, hecho que le provocó una quemadura.
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El ya famoso robot "asesino" tuvo una gira triunfal por los EEUU dos años más tarde de la noticia, demostrando sus "virtudes", carrera de pistolera incluida, en los grandes almacenes Macy & Co, entre otros lugares.
El rechazo a las máquinas avanzadas no es algo de los años 30
En los años 30, en plena crisis económica en EEUU y con el desempleo como una gran preocupación de los ciudadanos y políticos, hablar de robots y automatización en el ámbito laboral no era bien recibido. Los titulares y tratamiento del tema del robot Alpha es un claro ejemplo, pero en esos años se estrenaron con gran éxito títulos como Frankenstein (y su secuela), cinta donde la creación artificial que hace un humano no resulta más que contraproducente para las personas.
En nuestros días, la labor de los robots en cadenas de montaje y líneas de producción está asumida. Pero no tanto cuando quieren entrar en relación directa con las personas. Y si hablamos de Inteligencia Artificial, el rechazo, todavía hoy en día, es abrumador.
"Recomendamos más investigación enfocada a asegurarse de que los cada vez más capaces sistemas de inteligencia artificial son robustos y beneficiosos: nuestros sistemas de inteligencia artificial deben hacer lo que nosotros queramos que hagan"
Esa declaración proviene ni más ni menos que de Elon Musk y Google, seguramente dos de los pilares de la tecnología más avanzada que está por venir. Ellos forman parte de una alianza que defiende un desarrollo responsable de la inteligencia artificial y potenciar los usos que esta tecnología pueda proporcionar a la sociedad.
Uno de sus promotores, Stephen Hawking, va incluso más allá y afirma que la Inteligencia Artificial podría ser una seria amenaza para la humanidad e incluso la responsable de que desaparezca. Bill Gates tiene una opinión parecida.
Más allá del riesgo para la raza humana, algunas teorías dejan claro que, al menos en cuestiones de empleo, la tecnología y los robots son el futuro.
"Los androides vienen a por nuestros trabajos. A corto plazo, podemos estimular el aumento de empleos promoviendo el espíritu emprendedor e invirtiendo en infraestructuras, porque los robots todavía no saben arreglar puentes. Pero a medio plazo, creo que la mayoría de nosotros lo veremos durante nuestras vidas, la economía va a transformarse en una muy productiva pero que no necesitará a muchos trabajadores humanos
Esa contundente declaración la hizo en una charla TED Andrew McAfee, un economista especializado en tecnología y empresas del MIT. Da que pensar, ¿verdad?
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