jueves, 14 de abril de 2016

¿Inteligencia artificial superior? El futuro es el binomio humano-máquina

En esta cuarta revolución industrial se ha producido una deificación de la técnica: se proclaman sin cesar las promesas de ese Dorado que llegará de la mano de chatbots, robots, inteligencia artificial, big data, “machine learning”, automatización, computación y algoritmos.

Algunos, los más osados, incluso vaticinan un mundo “transhumano” y la materialización de la “singularidad”, esto es, la creación de futuras inteligencias artificiales que superarán con mucho a la humana en un plazo de 30 años.

Es cierto que los avances tecnológicos, especialmente en robótica e inteligencia artificial, han cambiado las pautas de fabricación, de relación, de contratación y selección, “todo aquello a lo que estábamos acostumbrados tras la tercera revolución industrial”, como indica a Efe el director de la consultora IDC en España, José Antonio Lorenzo.

Y que forzarán a una “reconversión del empleo” porque la transformación del sector industrial “ya no tiene freno”: en 10 años, afirma Lorenzo, el 65 % de los empleados trabajarán en profesiones que no existen hoy.

“El robot va a ocupar tareas que hacía el ser humano y el ser humano va a tener que ocupar tareas que ahora mismo no existen”.

Logros, sí, pero no ilimitados

El director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del CSIC, Ramón López de Mantarás, reconoce que las máquinas han logrado resultados espectaculares y han superado al humano en tareas específicas, como jugar al ajedrez o al go, pero son áreas donde se puede “delimitar mucho el problema”, las reglas son claras y no hay incertidumbre.

“Pero el mundo real es mucho más complejo que un tablero de juego: las reglas no son claras, hay mucha incertidumbre, mucha imprevisión, muchas cosas que no se ven. (…) La inteligencia artificial no tiene conocimientos de sentido común”, afirma.

Los robots industriales, los más implantados, suelen dedicarse a una única tarea y en el caso de que puedan realizar más de una función, su reprogramación es costosa y lenta, incide el profesor del departamento de Automática, Ingeniería Eléctrica y Electrónica e Informática Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid, Antonio Barrientos.

Esa es la causa de que Mercedes y Toyota hayan sustituido algunas máquinas de su cadena de producción por personas para ejecutar tareas de personalización de coches: no es que el humano lo haga mejor, pero es más fácil emplearlo que reconfigurar una máquina para hacer unas pocas unidades.

“Los cambios son lentos. Se habla de inteligencia artificial desde los años 50, cuando se pensaba que se iban a resolver todos los problemas. Seguimos con los mismos problemas. (…) Aún tenemos unos mecanismos mentales muy poderosos y las máquinas, aunque son muy fuertes y tienen una capacidad de cálculo enorme, no procesan la información de una forma tan compleja como nosotros”, subraya Barrientos.

López de Mantarás critica los cantos de sirena de la “singularidad”: “No hay ningún soporte científico para estas afirmaciones. La realidad es otra. Los que trabajamos con IA y programamos máquinas y robots vemos que todavía está muy limitado. Estamos en un estadio muy inicial porque es una ciencia que tiene sólo 60 años. Las matemáticas llevan miles de años”, argumenta el investigador.

“Algunos filósofos no tienen ni idea de cómo funciona un ordenador ni qué es conseguir que un robot camine sobre dos patas sin caerse o sin que se la pegue constantemente con los obstáculos porque no los acaba de ver. Ese es el estado actual. Está todo muy inicial como para pensar que en 30 ó 40 años vamos a tener la singularidad”, agrega.

Según el estudio de la Universidad de Oxford “Technology at work 2.0: the future is not what it used to be”, la percepción y la manipulación, la inteligencia creativa y la inteligencia social son los tres cuellos de botella para la automatización.

Integrar percepción, representación, razonamiento, acción y aprendizaje en un sistema integral es casi una utopía a día de hoy, según López de Mantarás. Replicar la “inmensa complejidad” del cerebro humano, también.

La clave del progreso, según estos expertos, está en la combinación de las inteligencias artificial y humana.

Nada de competir, colaborar

“La naturaleza del trabajo cambiará probablemente. (…) Necesitamos desarrollar habilidades que nos permitan trabajar con las máquinas más que competir contra ellas”, destacan desde la Universidad de Oxford.

Por su parte, el profesor de la Politécnica apunta que en robótica se están haciendo muchos esfuerzos para lograr una interrelación más fuerte, tanto a nivel físico como de comunicación, entre humanos y máquinas.

La Federación Internacional de Robótica (IFR, por sus siglas en inglés) coincide: “En el futuro habrá robots trabajando mano a mano con humanos, lo que ayudará a reemplazar procesos rígidos de producción con estructuras flexibles”.

“Va a haber una reconversión del empleo. Por un lado hay profesiones que se están destruyendo, que van a poder ser ejecutadas por una inteligencia artificial (…), pero también van a aparecer nuevas profesiones necesarias para poner todo esto en marcha. No va a ser un proceso de destrucción y ya está, sino de transformación“, afirma el consultor de IDC.

IFR pronostica que en los próximos años el crecimiento del uso de robots derivará en la creación de un millón de puestos de trabajo de alta calidad.

Lo cierto es que la colaboración ya es habitual en servicios populares de internet: en el proceso de filtrado de vídeos de Youtube, en la elaboración de listas musicales de Spotify o en la creación de los Twitter Moments se combina la actividad humana y la de los algoritmos. Al futuro asistente personal virtual de Facebook, M, lo están “entrenando” seres humanos.

“El gran error es pretender dar una autonomía completa a las máquinas. Hay que mantener al humano dentro del ciclo de toma de decisiones. (…) Mucho del software que nos parece que lo hace todo de forma automática está periódicamente revisado por humanos. Para mí, el futuro está en la simbiosis humano-máquina”, subraya López de Mantarás.

No sólo considera que la cooperación conllevará menos problemas éticos, sino que además sus resultados conjuntos serán muy superiores a los individuales.

El equipo es mejor que cualquiera de ellos por separado”, dice, como se ha demostrado ya con el “ajedrez Centauro”, en el que el jugador de carne y hueso se apoya en los datos del ordenador para decidir sus jugadas.

Lo humano sigue teniendo valor.

“Por supuesto que seguiremos siendo insustituibles. Y por muchísimos años. Ni mis bisnietos ni mis tataranietos van a ser sustituidos por las máquinas inteligentes”, concluye el científico. EFEfuturo

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