lunes, 20 de febrero de 2017

«Horizon Zero Dawn»: Aloy brilla con luz propia

El mundo de los videojuegos suele representar violencia explícita como recursos propios de la diversión. En muchas ocasiones, la recreación de un futuro distópico suele ser la corriente habitual por donde discurre gran parte de los títulos que se marca la industria para atraer a los videojugadores, como si la mayor parte de los deseos se redujera a enfrentarse a alienígenas y volar a distintos planetas. Con gran belleza visual, capaz de asombrar con sus panorámicas cálidas, el videojuego «Horizon Zero Dawn» presenta sus credenciales cruzando dos vertientes temáticas claras: un mundo plagado de máquinas y vicisitudes terrenales. Luego de bajar al terreno es fácil adivinar sus inspiraciones. Recoge elementos propios de los juegos de aventura, allana el camino con recursos procedente de los juegos de rol (RPG), introduce una capa de libertad y se sumerge en una gran variedad de desafíos en forma de misiones principales y secundarias. Hay un poquito de varios estilos que, sin lograr ofrecer grandes novedades que logren avanzar a la industria por un nuevo camino, lo que promete lo hace bien. Aunque gran parte de la aventura se limita a solventar conflictos y prestar su ayuda a la tribu, el jugador debe hacer frente a pequeños grupos de esas máquinas robotizadas que han tomado el mundo para subyugar a la raza humana. Las personas, según se recrea en el juego, se reúnen en tribus y en aldeas primitivas. Y de todos los habitantes de los Nora destaca una cazadora pelirroja, Aloy, de carácter fuerte y con un pasado a descubrir que le otorga una gran profundidad. En parte, a uno podría encandilarle la idea de compararla con Ygritte, la salvaje guerrera de «Juego de Tronos». Su condición de paria perfila, a su vez, una personalidad épica que debe luchar no solo contra los prejuicios, sino granjearse un nombre que respalde su actitud luminosa. La incógnita sobre su pasado y pertenencia sirve de estímulo para intentar descubrir más sobre la personalidad fuerte y sarcástica de Aloy, quien no se amedrenta con nadie. Saca sus garras aunque actúa con convencimiento e inteligencia. Y, gracias a ello, PlayStation ha ganado una heroína a tener en cuenta porque tiene visos de dar más en próximas aventuras. Aunque gran parte del argumento bebe de los títulos propios del género, parte de la estructura narrativa se decanta por descubrir secretos del pasado. Algunos de los personajes brillan con luz propia, favoreciendo el desarrollo de Aloy, convertida en una nueva heroína pese a los golpes del destino. El empleo del lenguaje, sin embargo, peca de ciertas incoherencias, pero se convierte en un necesario elemento para articular una experiencia vital de marcada índole tribal, en donde los rituales y el poder de la sangre se entremezclan con una visión pseudo-prehistórica de la situación. Tiene algo de magia ponerse en la piel de una fémina en su manera de coger el arco, su principal arma con el que eliminar a sus enemigos, mayormente robots en forma de animales. Los hay de varios tipos, aunque gran parte de ellos son «vigías». Las bestias robotizadas son los enemigos habituales en esta fauna metálica, pero otros seres humanos procedente de otras tribus también se las tienen que ver con el arco de Aloy. Ante ellos podemos adoptar dos posturas, optar por el sigilo, aprovechar la rica vegetación, y dejarlos atrás o afrontar un combate directo que suelen resolverse con relativa facilidad. No solo mediante el empleo de arcos o diversas bombas, sino en golpes cuerpo a cuerpo que destrozan su coraza. Situado en un original mundo post-apocalíptico, esa vocación de mundo abierto se plasma sobre un vasto e inmenso territorio que poco a poco se va descubriendo ofreciendo nuevos detalles. Es ingenioso y original. De notable belleza visual, el juego procura introducir una climatología cambiante aunque sin llegar a la exigencia de los títulos más propios de mundo abierto. La interactividad con habitantes es muy reducida, sin embargo, pero da la oportunidad a conversar con algunos personajes que dan pistas sobre la historia y ofrecen, en muchos casos, misiones que seleccionar. Algunos puntos críticos a la hora de tomar decisiones llegan a afectar al desarrollo de la trama. Sin ánimo de desvelar parte del argumento, en uno de los primeros instantes del juego el personaje debe elegir si responder a una agresión o pasar de largo. Lo que uno seleccione se continuará cuando Aloy se reencuentra con él. El mundo metálico por el que nos movemos incluye una gran variedad de zonas. Aún con eso, el juego está bastante guionizado y traza unas líneas, a veces, inverosímiles. ¿Tan dura vida llevan los considerados como parias? ¿De verdad estarías dispuesto a luchar en favor de alguien que quiere apartarte de su sociedad? Gracias a diversas animaciones y cinemáticas el jugador va descubriendo lo que ha pasado con la humanidad para llegar a semejante escenario. A grandes rasgos, es una experiencia impresionante. A nivel técnico, el jugador dispone de varias armas disponibles (hondas, bombas, trampas aturdidoras), pero lo normal es que el Aloy se despache a gusto con arco y flechas en ristre. La flora que nos envuelve sirve, además, para recoger materiales para curación y construcción de flechas, algo necesario para la subsistencia. En un momento dado se suma la posibilidad de tomar a determinadas máquinas como cabalgaduras, que sirven además como medio de transporte para ir a distintos puntos del mapa. Lo hace gracias a un mecanismo que permite tomar su control y convertirlo en su fiel corcel. Pero la excusa de todo es cazar bichos robots, lo que le obliga al jugador a superar diversos obstáculos verticales al estilo de «Tomb Raider». Aloy, además, puede hacer uso de lo que han venido a definir como «visor», un pequeño artefacto futurista que permite escanear el mundo y descubrir también vestigios de un pasado tecnológico anterior. Tanto las misiones principales como las secundarias -la gran mayoría entretenidas y divertidas- obligan al jugador a poner a prueba sus habilidades como cazadora. Pero, sin embargo, en muchas ocasiones, el sistema de combate y apuntado es algo inconsistente. Una de sus grandes bazas es la posibilidad de estudiar detenidamente la bestia para cazarla, ya que en otras ocasiones uno puede enfrentarse a ellos a través de un combate táctico. Gracias a ello se entiende que «Horizon Zero Dawn» sea tanto un juego de acción como de sigilo. El catálogo de bestias mecánicas es bastante amplio y, las más exigentes y peligrosas, se comportan de manera distinta, soportadas por una Inteligencia Artificial coherente, con lo que hay que adaptar la técnica a sus movimientos.

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